domingo, diciembre 24, 2023

NAVIDAD DEL CORAZON


Navidad Mistica.
Boticcelli

En esta temporada navideña, los invito a encontrar momentos de tranquilidad para reflexionar sobre el nacimiento, la vida y el sacrificio expiatorio de nuestro Salvador. Vengan a Él. Aprendan de Él. Busquen en Él la paz duradera y el descanso divino. En un mundo que a menudo parece abrumador y conflictivo, Él ofrece una paz que “sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7).

Él ha prometido: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí; … y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:28-29).

Al buscar el amor, la paz y el descanso de nuestro Salvador, la encontrarán. Serán bendecidos para sentir el verdadero espíritu de la Navidad, el gozo eterno que proviene solo de Él.

La vida de ese Niño de Belén no comenzó allí, ni terminó en el Calvario. En un reino preterrenal, a Jesús se le preordenó para ser el Mesías, el Cristo, el Salvador y el Redentor de toda la humanidad.

Vino para hacer que la inmortalidad fuese una realidad y que la vida eterna fuese una posibilidad para todos los que algún día vivirían (1 Corintios 15:20–22).

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo” (Juan 14:26–27).

¡Amén y amén!

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.

“Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas”.

Mateo 11:28-29


lunes, septiembre 11, 2023

Libérate de tu mente.



Ser incapaz de dejar de pensar es una enfermedad terrible, pero no nos damos cuenta de ella porque casi todo el mundo la sufre y se considera algo normal. Este ruido mental incesante te impide encontrar el reino de quietud interior que es inseparable del Ser. También crea un falso yo fabricado por la mente, que lanza una sombra de miedo y sufrimientoLa libertad comienza cuando te das cuenta de que no eres la entidad posesora, el pensador.  En el momento en que empiezas a observar al pensador, se activa un nivel de conciencia superior.

Entonces empiezas a darte cuenta de que hay un vasto reino de inteligencia más allá del pensamiento, y de que el pensamiento sólo es una pequeña parte de esa inteligencia. También te das cuenta de que todas las cosas verdaderamente importantes —la belleza, el amor, la creatividad, la alegría, la paz interna— surgen de más allá de la mente.

La buena nueva es que puedes liberarte de tu mente, que es la única verdadera liberación. Y puedes dar el primer paso ahora mismo. Empieza por escuchar la voz que habla dentro de tu cabeza, y hazlo tan frecuentemente como puedas. Presta una atención especial a cualquier patrón de pensamiento repetitivo, a esos viejos discos de gramófono que pueden haber estado dando vueltas en tu cabeza durante años. No juzgues ni condenes lo que oyes, porque eso significaría que la misma voz ha vuelto a entrar por la puerta de atrás.

Así, cuando escuchas un pensamiento, no sólo eres consciente del pensamiento, sino también de ti mismo como testigo del pensamiento. Ha hecho su aparición una nueva dimensión de conciencia. Cuando escuchas el pensamiento, sientes como si hubiera una presencia consciente —tu yo profundo— por debajo o detrás de él. De este modo el pensamiento pierde su poder sobre ti y se disuelve rápidamente, porque ya no energetizas tu mente mediante la identificación con ella. Es el principio del fin del pensamiento compulsivo e involuntario.

Cuando el pensamiento se aquieta, experimentas una discontinuidad en la corriente mental, una brecha de «no-mente». Al principio las brechas serán cortas, tal vez duren unos segundos, pero gradualmente se irán prolongando. Cuando ocurren estas discontinuidades, sientes cierta quietud y paz dentro de ti. Es el principio del estado natural de sentirte unido al Ser, generalmente nublado por la mente.

Con la práctica, la sensación de quietud y de paz se va ahondando. De hecho, esa profundidad no tiene fin. También sentirás una sutil emanación de alegría elevándose desde lo más hondo de ti: la alegría de Ser. En este estado de conexión interna estás mucho más alerta, más despierto que en el estado de identificación mental. Estás plenamente presente. Y también se eleva la frecuencia vibratoria del campo energético que da vida al cuerpo físico.

A medida que profundizas en este reino de la no-mente, como a veces se le denomina en Oriente, vas alcanzando el estado de conciencia pura. En ese estado sientes tu propia presencia con tal intensidad y alegría que, en comparación, todo pensamiento, toda emoción, tu cuerpo físico y todo el mundo externo se vuelven relativamente insignificantes. Sin embargo, no es un estado de egoísmo, sino de desprendimiento y generosidad. Te lleva más allá de lo que pensabas que era «tu identidad». Esa presencia es esencialmente tú, y al mismo tiempo es inconcebiblemente mayor que tú.

En lugar de «observar al pensador», también puedes crear una apertura en la corriente mental por el simple hecho de dirigir el foco de tu atención al ahora. Basta con que te hagas intensamente consciente del momento presente.

En tu vida cotidiana puedes practicar esto tomando cualquier actividad rutinaria, que habitualmente sólo es un medio para un fin, y darle toda tu atención para que se convierta en un fin en sí misma. Por ejemplo, cada vez que subas o bajes las escaleras en tu casa o en tu puesto de trabajo, presta mucha atención a cada escalón, a cada movimiento, incluso a tu respiración. O cuando te laves las manos, presta atención a todas las percepciones sensoriales asociadas con esa actividad: el sonido y la sensación del agua, el movimiento de tus manos, el aroma del jabón, etc. O cuando entres en tu coche, después de cerrar la puerta, detente durante unos segundos y observa el flujo de tu respiración. Toma conciencia de una silenciosa pero intensa sensación de presencia.

Hay un criterio que te permite medir el éxito logrado en esta práctica: el grado de paz que sientas en tu interior. Acepta; y después actúa. Acepta cualquier cosa que contenga el momento presente como si la hubieras elegido. Trabaja siempre a favor del momento, no contra él. Haz del presente tu amigo y aliado, no tu enemigo.




domingo, mayo 28, 2023

La fuerza de voluntad



La fuerza de voluntad se define como la capacidad para dirigir y controlar las acciones propias. Los metafísicos y las religiones señalan que esa fuerza nace exclusivamente de la libre determinación de cada persona.  Sin embargo, el psicoanálisis planteó serios reparos tanto al concepto de “voluntad”, como al de “fuerza de voluntad”, debido al descubrimiento del inconsciente.

Para el psicoanálisis, los procesos conscientes son solo “la punta del iceberg” en la actividad mental. En realidad, los pensamientos y los actos están determinados por una fuerza que no es la de la voluntad, sino la del inconsciente. Ese descubrimiento permitió explicar muchos hechos. Por ejemplo los “lapsus linguae”, o episodios en los que una persona quiere decir algo, pero, “sin quererlo”, termina diciendo otra cosa.

También el inconsciente es el responsable de los llamados “actos fallidos”: la persona se propone conscientemente hacer algo, pero termina realizando una acción muy diferente. Lo vemos todos los días en la vida cotidiana. Alguien que quiere llegar temprano a su cita, pero “sin querer” se retrasa o nunca llega. O los que quieren “poner empeño en su trabajo”, pero terminan ocupándose en otras cosas, mientras laboran.

Para el psicoanálisis, entonces, la voluntad no es una fuerza, sino la expresión de un deseo inconsciente. Solo cuando una persona es consecuente con su deseo, acude la voluntad. Si no es así, esa “voluntad le traiciona”.

Por eso hay planes que siempre se posponen, decisiones de cambio que nunca se hacen realidad, o intenciones que jamás se convierten en actos.

Las filosofías orientales, como el Zen, tampoco abordan la llamada “fuerza de voluntad” en sus prácticas. Sostienen que la misma es una autoagresión y que debe ser sustituida por el entendimiento y el amor, que son, finalmente, las fuerzas que llevan a la acción.


La voluntad y la conciencia

Lo que hay en común entre el psicoanálisis y las filosofías orientales es la idea de que la voluntad no es un acto de fuerza. Y que, en cambio, solo puede nacer de la comprensión y, por lo tanto, de la conciencia.

Cuando hay propósitos definidos y conscientes, pero no llegan a convertirse en actos, la solución no está en forzarnos y obligarnos a actuar en determinado sentido. Este tipo de situaciones entrañan un valioso mensaje. Hay “algo” que bloquea la voluntad para actuar en un determinado sentido. En realidad, no es que falle la fuerza de voluntad, sino que triunfa un deseo del que no tenemos conciencia.

Queremos seguir rigurosamente una dieta, pero al mismo tiempo deseamos comer hasta hartarnos. Iniciamos el régimen y más temprano que tarde nos descubrimos dándonos un delicioso “último” banquete, entre la culpa y la satisfacción.

Lo que ocurre ahí es que hemos racionalizado las ventajas de comer sanamente, pero no hemos comprendido nuestro deseo de comer hasta el hartazgo. Tal vez la comida representa algo más que un sabor o una sensación en el estómago. Tal vez esa compulsión nos habla de un deseo más profundo que reduce la “fuerza de voluntad” a cero

En esos casos, la voluntad no acude. Cuando lo que hacemos se opone a nuestra voluntad consciente, no se puede hablar de una debilidad de carácter, sino un síntoma del inconsciente. Cuando ese síntoma de descifrado y comprendido, se desvanece.

Quizás necesitamos menos forzarnos y más comprendernos para lograr que las intenciones se conviertan en actos. Y que esos actos sean coherentes con lo que realmente queremos hacer de nuestra vida.



miércoles, enero 18, 2023

Propósito de la vida


Hay muchas personas que le indicarán a usted el propósito de la vida; le dirán lo que sostienen los libros sagrados.

Personas ingeniosas seguirán inventando cuál es el propósito de la vida. La agrupación política tendrá un propósito, el grupo religioso tendrá otro propósito, y así sucesivamente.

Entonces, ¿cuál es el propósito de la vida cuando uno mismo está confuso?

Solo cuando estoy confuso le formulo esta pregunta: «¿Cuál es el propósito de la vida?» Porque espero que, en medio de esta confusión, encontraré una respuesta.

¿Cómo puedo encontrar una respuesta genuina cuando estoy confuso? ¿Comprende? Si estoy confuso, sólo puedo recibir una respuesta también confusa.

Si mi mente está confundida, perturbada, si mi mente carece de belleza, de quietud, cualquiera que sea la respuesta que yo reciba, pasará por esta pantalla de confusión, ansiedad y miedo; por lo tanto, la respuesta estará desnaturalizada.

En consecuencia, lo que importa no es preguntar:

«¿Cuál es el propósito de la vida, de la existencia?»,

sino esclarecer la confusión que hay dentro de usted.

Es como un hombre ciego que pregunta: «¿Qué es la luz?»

Si le digo qué es la luz, él escuchará conforme a su ceguera, conforme a su oscuridad; pero suponga que él es capaz de ver; entonces jamás preguntará: «¿Qué es la luz?» La luz está ahí.

De igual manera, si usted puede clarificar su confusión interna, descubrirá cuál es el propósito de la vida; no tendrá que preguntar, no tendrá que buscarlo; todo cuanto tiene que hacer es liberarse de las causas que generan la confusión.

Jiddu Krishnamurti
El Libro de la vida




sábado, diciembre 24, 2022

Jesús de Nazaret


Jesucristo es una combinación de dos palabras – Jesús y Cristo. 

“Jesús”: Jesús es la forma griega de un nombre común en hebreo – el nombre que sabemos en español como Josué, o más cerca al hebreo, Yeshúa. Es el mismo nombre.

De hecho, tenemos evidencia de que los dos hombres más famosos llamado Josué hablaron entre sí mucho antes del nacimiento de Jesús. Justo antes de la conquista de Jericó, Josué, el líder del ejército, tenía un extraño visitante.

Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?

El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora.

Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?

Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo.

Y Josué así lo hizo.

Josué 5:13-15

¿Qué significa Cristo? Cristo no es un nombre. Es un título.

También la palabra tiene una forma en hebreo – el Mesías.

Cristo es una palabra que está tan lleno de significado. Pero en pocas palabras, Cristo (y Mesías) significa el Ungido. Ungir a alguien es elegir para un trabajo especial.

En la Biblia, se nos dice que Cristo fue escogido antes de la fundación del mundo…

Ustedes saben que no fueron redimidos de su vana manera de vivir heredada de sus padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha: la sangre de Cristo. Porque El estaba preparado desde antes de la fundación del mundo, pero se ha manifestado en estos últimos tiempos por amor a ustedes.

1Pedro 1:18-20

Dios el Padre hizo claro que Jesús era el Cristo. Tres de los discípulos de Jesús vieron su gloria un día. Y una voz salió de la nube, que decía: “Este es Mi Hijo, Mi Escogido; oigan a El.” (Lucas 9:35) La voz de Dios Padre, hablando sobre su Hijo.

Entonces, Jesucristo significa la persona elegida por Dios para salvarnos.

Pero ahora, aparte de la Ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, confirmada por la Ley y los Profetas. Esta justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo es para todos los que creen. Porque no hay distinción, por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios. Todos son justificados gratuitamente por Su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, . . .

Romanos 3:21-24

 El Cristo – El Salvador – la Esperanza del mundo – ha venido.



sábado, noviembre 19, 2022

La fuerza de voluntad


Ya decía Albert Einstein que “hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”. Este atributo es uno de los más definitorios de nuestra especie.

La fuerza de voluntad es una capacidad que podemos aprender y desarrollar. Es como un músculo, se puede entrenar. Así como para los atletas resulta imprescindible la preparación física y mental, también para nosotros prepararnos para lograr nuestros objetivos será una labor fundamental.

¿Cómo definir la voluntad?

Etimológicamente, la palabra voluntad procede del latín voluntas-atis, que significa “querer”. Pero este concepto implica otros muchos factores:
  • La capacidad de tomar decisiones, eligiendo una posibilidad entre varias.
  • La tendencia o anhelo por algo que nos permite la oportunidad de descubrir.
  • La determinación que concreta y se relaciona con la capacidad de evaluar y aclarar nuestras metas.
  • La acción, como factor definitivo para la puesta en marcha de aquello que queremos.

Cuando la voluntad ha adquirido fuerza y vigor, nos ayuda en el empeño de conseguir nuestros deseos e ideales, constituyendo esa fuerza motriz tan necesaria que nos empuja a caminar hacia adelante a pesar de las dificultades. Tiene dos ingredientes insustituibles, como señala el psiquiatra Enrique Rojas: la motivación y la ilusión.

La voluntad nos determina

Todo comienza por un deseo, pero para realizarlo no basta con anhelarlo, sino que ese deseo tiene que transformarse en algo que queremos, es decir, algo guiado por nuestra voluntad y motivación. Voluntad, en un primer momento, es elegir, y cuando elegimos también renunciamos, incluso cuando no lo hacemos estamos tomando una elección.

Como expresaba el filósofo William James,
“Cuando debemos hacer una elección y no la hacemos, esto ya es una elección”.

Elegir, en el caso de la voluntad, es apostar por algo que nos ilusiona que se encuentra en la lejanía y a lo que llegaremos con dosis de esfuerzo y paciencia. Siendo nuestra meta el estímulo para la acción, sobre todo en los momentos más complicados. Pero, realmente, aquello que nos va arrastrando es nuestra motivación.

En ocasiones, podemos observar la meta como positiva pero el proceso para llegar a este puerto, difícil y costoso.

¿Cómo fomentar aquí nuestra fuerza de voluntad?

Lo primero es saber si es algo que deseamos realmente conseguir. Cuando obtengamos la respuesta, si esta es afirmativa, tendremos que ir sabiendo hacer nuestra exigencia atractiva, no perdiendo de vista nuestro horizonte. Todo esfuerzo, de una u otra manera, genera una recompensa, pues solo quien sabe esperar tiene la capacidad de utilizar la voluntad sin las prisas de recoger frutos inmediatos, entregándose con ardor a la consecución de su objetivo.

Si lo pensamos, el verdadero objetivo de la voluntad desembocará en conseguir la victoria sobre nosotros mismos.

Educar la voluntad

Ya lo hemos mencionado anteriormente la voluntad es como un músculo que se puede entrenar. Pero ¿cómo hacerlo? Para ello debemos tener algunas cuestiones claras.

La importancia de la persistencia

La voluntad se vale de un aprendizaje gradual y progresivo, a través de la repetición de acciones en las que a veces nos encontramos vencidos, luchamos y caemos, pero donde tenemos la fuerza suficiente para volver a levantarnos. Es como si fuéramos adquiriendo hábitos, requiriendo mucho esfuerzo en los primeros momentos.

Una de las cosas fundamentales es tener claro que los beneficios, en la mayoría de las ocasiones, no se obtendrán de inmediato. De hecho, caminamos en un trayecto a largo plazo en el que la libertad de tomar decisiones constituye una de los factores cruciales del núcleo de la voluntad, puesto que esta inicia nuestro sendero hacia la realización de nuestro proyecto personal.

¿De dónde viene aquello que te motiva?

La motivación debe ser nuestro principal motor, pues generará la fuerza necesaria hacia los contenidos que la mueven. Y para ello, tenemos que saber lo que queremos para preparar la voluntad hacia la lucha, teniendo nuestros objetivos claros y bien delimitados. Así mismo, recuerda que debemos renunciar a todo aquello que nos distraiga.

Hay que tener en mente que estamos cultivando lo que en un futuro serán nuestros frutos. Nuestra voluntad será esa semilla que hemos plantado y que irá creciendo, si trabajamos para ello, dando sus frutos a medida que nuestra lucha personal no cede, insistiendo una y otra vez en su cuidado y crecimiento. Así, iremos gobernándonos más a nosotros mismos desarrollando nuestra capacidad de voluntad, a través de la constancia.

La mirada en la meta

Equilibrar los instrumentos en proporción con los objetivos propuestos también es una tarea importante, buscando la armonía entre los fines y los medios, conociendo nuestros puntos fuertes y débiles, elaborando estrategias para ello y consiguiendo una buena proporción entre nuestras aptitudes y limitaciones.

Y no olvidemos que el proceso de educación no tiene fin, pues la vida continuamente nos sorprende con situaciones inesperadas que nos obligan a reorganizar el esqueleto de nuestra trayectoria personal. Es por eso la voluntad, en concreto su educación es algo continuo.

¿Realmente estoy persiguiendo mis sueños?

Por último, si en algún momento sentimos que no tenemos fuerza de voluntad, podemos preguntarnos a qué creemos que se debe. ¿Estás realizando algo que realmente deseas? ¿Consideras que vale la pena el esfuerzo? ¿Consideras que vas a poder lograrlo? ¿Por qué? ¡Cuestiónate!

Recuerda la importancia de plantearte objetivos claros, realistas y, sobre todo, que de verdad te motiven y se conviertan en una meta a la que deseas llegar. Asimismo, pregúntate si tal vez estás planteándote objetivos demasiado ambiciosos o si tal vez sea necesario fragmentarlos en metas más pequeñas, que sean más alcanzables y se conviertan a la vez en fuente de motivación.

Con estas preguntas podremos ir llegando al núcleo de nuestra falta de voluntad y descubrir cuál es la causa real que se esconde detrás. Ya que con frecuencia, nuestro estilo de pensamiento y creencias suelen limitarnos en la consecución de nuestros objetivos si no permanecemos en alerta.

En la vida tenemos que tener la fuerza suficiente para superar los obstáculos que nos vamos encontrando en nuestro camino, sin embargo, la vida no se vuelve más fácil o más indulgente, lo que sucede es que nos hacemos más fuertes y resistentes. No esperes a que todo salga bien. Nunca todo será perfecto. Siempre habrá desafíos, obstáculos y condiciones adversas de todo tipo. Empieza ahora. Con cada paso ganado crecerás más fuerte y más fuerte, cada vez serás más habilidoso, cada vez estarás más seguro de ti mismo y cada vez serás más exitoso. Todo es cuestión de voluntad.

Gema Sánchez Cuevas
Licenciada en Psicología



jueves, octubre 27, 2022

Paz y la armonía


Todos buscamos la paz y la armonía, porque carecemos de ellas. De vez en cuando todos experimentamos agitación, irritación, falta de armonía, sufrimiento; y cuando padecemos la agitación, no guardamos esta miseria limitada en nosotros, sino que continuamente la distribuimos a los demás. Constantemente ocurren cosas que van en contra de nuestros deseos y querencias, de ahí la pregunta oportuna: ¿Cómo podemos dejar de reaccionar ciegamente cuando debamos enfrentarnos a situaciones que no nos gustan? ¿Cómo podemos dejar de generar tensión y permanecer llenos de paz y de armonía? 

Cuando surge la ira, nos coge tan de sorpresa que ni siquiera nos damos cuenta de ello. Arrastrados por la ira cometemos actos físicos o mentales que nos dañan a nosotros y a los demás. Poco después, al desaparecer la ira, empezamos a llorar y a arrepentirnos, pidiendo perdón a los demás o pidiendo perdón a Dios: "Oh, he hecho un error, perdóname". Pero la próxima vez que nos encontremos en una situación semejante volveremos a reaccionar igual. Este arrepentimiento no nos habrá servido para nada. La dificultad estriba en que no somos conscientes del momento en el que comienza esta contaminación llamada ira que empieza en las profundidades de la mente inconsciente y cuando llega al consciente ha tomado tal fuerza que nos arrastra y no podemos detenerla ni observarla.

Todas las contaminaciones mentales generan algún tipo de sensación en el cuerpo. La respiración y las sensaciones ayudan de dos formas: primero se comportaran como secretarios privados y en cuanto surja una impureza la respiración dejará de ser normal y empezara a gritarnos: "¡Algo va mal!". Y como no podemos regañar a la respiración tenemos que aceptar el aviso. De igual forma también las sensaciones nos dirán que algo va mal. Tras habernos avisado podemos empezar a observar la respiración, a observar las sensaciones y nos daremos cuenta de que la impureza desaparece enseguida.

Este fenómeno físico - mental es como una moneda, en una cara están los pensamientos y las emociones que surgen en la mente y en la otra: la respiración y las sensaciones del cuerpo.Una mente equilibrada esta llena de paz e impregna el ambiente que la rodea de paz y de armonía que también afectan a los demás ayudándoles. Al aprender a mantenernos equilibrados haciendo frente a lo que experimentamos en nuestro interior, desarrollamos también el desapego hacia todo lo que nos deparen las situaciones externas. Pero este desapego no es escapismo o indiferencia hacia los problemas del mundo manteniendo simultáneamente el equilibrio mental. Así se permanece lleno de paz y de felicidad mientras se trabajanpor la paz y la felicidad de los demás.

Buda enseñó: un arte de vivir. No fundó una religión, un "ismo", ni enseñó ritos o rituales ni ninguna fórmula vacía a quienes se acercaban a él, sino que les enseñó a observar la realidad tal y como es, observando la realidad interna. Debido a nuestra ignorancia  reaccionamos constantemente de manera que nos dañamos o dañamos a los demás, pero cuando surge la sabiduría, - la sabiduría de observar la realidad tal y como es -, desaparece el hábito de reaccionar y cuando dejamos de reaccionar a ciegas somos capaces de realizar actos verdaderos, actos que emanan de una mente equilibrada, de una mente que ve y comprende la verdad. Un acto así, sólo puede ser positivo, creativo, capaz de ayudarnos a nosotros y a lo demás. Por eso es necesario "conocerse a sí mismo", consejo que dan todos los sabios.

Conocernos no sólo intelectualmente en el nivel de ideas y teorías, no sólo emocional o devocionalmente aceptando a ciegas lo que hemos visto u oído, tal conocimiento no es suficiente, mas bien debemos conocer la realidad a través de la experiencia.  Debemos experimentar directamente la realidad de este fenómeno físico - mental, pues es lo único que nos ayudará a liberarnos del sufrimiento. Debemos tener la experiencia directa de nuestra realidad, apender la técnica de auto-observación. 

Ver las cosas en la forma corriente, con los ojos abiertos; pero observar las cosas tal y como son, no como parecen ser. Hay que penetrar a través de la verdad aparente hasta llegar a la verdad última de la estructura mental y física. Al experimentar esta verdad aprendemos a dejar de reaccionar ciegamente, a dejar de generar contaminaciones, y de forma natural las contaminaciones antiguas van erradicándose poco a poco. Así nos liberamos de la desdicha y experimentamos la felicidad auténtica. 

Ámate y respétate a ti mismo y entonces te sorprenderás lo mucho que comienzas a crecer, como si las rocas hubieran sido apartadas y el río comenzara a fluir. La mayor libertad es liberarte de tu propia mente, de esa dependencia sutil, tan profunda que nunca percibes que es una dependencia.  Partiendo de la verdad externa, burda y aparente, penetramos en la verdad última de la mente y la materia. Más allá del campo condicional de la relatividad: la verdad de la liberación de todas las impurezas, de todo el sufrimiento. No importa el nombre que se de a esta verdad última, es la meta final de todos nosotros.

¡Ojalá que experimentes esta verdad última! ¡Ojalá que todos se liberen de las contaminaciones y de la desdicha! ¡Ojalá que todos gocen de una paz autentica, una paz real, una armonía real!


PUEDAN TODOS LOS SERES SER FELICES



domingo, octubre 02, 2022

No te sientas ofendido

 

La conducta de los demás no es razón para quedarte inmovilizado. Lo que te ofende sólo contribuye a debilitarte. Si buscas ocasiones para sentirte ofendido, las encontrarás cada dos por tres. Nadie puede vivir sanamente y sentirse ofendido por todo a cada instante. Sentirse ofendido crea energía destructiva y que lleva al ataque, al contraataque y a al olvido de si mismo.

Sentirse ofendido por todo puede obedecer a diversas causas. Estas son algunas de ellas:

Sentimiento de inferioridad. Muchos de nosotros hemos aprendido a invalidarnos y a adaptarnos a los demás, y hemos desarrollado una sensibilidad grande a que nos critiquen o nos malentiendan. Cuando la autoestima no es sólida y no hay un identidad definida, es posible que alguien llegue a sentirse ofendido por casi todo. Le parece como si los demás quisieran recordarle constantemente que es inferior. Sin embargo, es su complejo el que lo lleva a sentirse así.

Pensamiento rígido. Corresponde a quienes piensan que las cosas se deben decir o hacer de una sola manera. Cuando algo no cumple con esos parámetros, sienten que el orden ha sido quebrantado y se ofenden. Además, suelen ser muy susceptibles a los ataques en contra de sus creencias personales por considerar que su verdad de como deben ser las cosas es la única correcta.

La alta sensibilidad, por otra parte, también nos da una especie de falta de flexibilidad psicológica que, si no se entiende y se trabaja, se traduce en no tolerar que otros no sean como tú, que no compartan tus valores, y tu forma de vivir y también en interpretar su diferencia y su manera de ser y estar en el mundo como una ofensa hacia ti.

Permítele a la gente que sea como es. Nadie tiene derecho a querer moldear la conducta de otra persona. Debemos aceptar a los demás como son, así como requerir que nos acepten como somos. La gente puede opinar bien o mal de ti. Pero ni lo uno ni lo otro va a cambiar realmente tu vida. Lo que importa es cómo te ves a ti mismo y cómo te sientes contigo mismo.

No te tomes tan en serio. Lo único que consigues con eso es volverte extremadamente susceptible a cualquier cosa que afecte tu arrogancia o soberbia. Actuar así solo te daña a ti mismo y aleja a los demás.  Es conveniente en la vida en general, tomarse ciertas cosas con más filosofía de vida y con un poquito de humor y aprender a reírte de ti mismo y de tus rarezas.

Es importante que aprendamos a volvernos un poco impermeables frente a los comentarios o actitudes de los otros. Sentirse ofendido por todo solo nos conduce a estar en permanente conflicto con los demás, la mayoría de las veces por asuntos que no tienen importancia. 

Como dijo Víctor Frankl, superviviente del campo de concentración de Auschwitz: "La última de las libertades humanas... es elegir nuestra actitud en cualquier conjunto de circunstancias, elegir nuestra forma de sentir".





domingo, abril 24, 2022

Cómo manejar las emociones de manera eficaz



Las emociones son una parte intrínseca de nosotros mismos. Dejemos de verlas como un enemigo incontrolable y comencemos a percibirlas cómo una valiosa guía  A lo largo de nuestra vida muchas veces nos hemos encontrado en situaciones que nos han hecho pensar: “quiero dejar de sentirme así” o “no sé porqué he actuado de esta manera”. A pesar de que las emociones son la parte más primitiva y natural de todos nosotros, en ocasiones nos resultan tremendamente confusas e incontrolables. Aprender a manejar las emociones es un proceso, al final del cual te encuentras contigo mismo.

Cuando no tenemos dominio sobre nuestras emociones, estas lo tienen sobre nosotros. En ese momento hemos soltado las riendas y nos encontramos a la deriva ante lo que nuestros estados internos dictan. Pero, en contra de lo que suele ser nuestro instinto natural, manejar las emociones no significa reprimirlas. Significa conocerlas, comprenderlas y aceptarlas de forma tan profunda que podamos fluir en su presencia.

Cómo manejar las emociones de manera eficaz

Por lo general las personas no tenemos una idea clara de cómo relacionarnos con nuestras emociones. La mayor parte del tiempo simplemente caemos presas de su intensidad, sintiendo algo que nos incomoda y desagrada y actuando de formas que, fríamente, no escogeríamos.

Por otra parte, en algunos momentos tratamos de obtener el control pero lo hacemos siguiendo estrategias poco adecuadas. Tendemos a reprimir el sentimiento, a ignorarlo, a negarlo o a forzarnos a hacerlo desaparecer. Irónicamente cuando tratamos de huir de una emoción, esta encuentra el camino para manifestar con mucha mayor fuerza.

Finalmente terminamos frustrados por nuestros infructuosos intentos. La realidad es que la clave para manejar una emoción no es rodearla sino atravesarla. Para desprendernos de la tristeza hemos de sentirla, darle espacio, escucharla. Para librarnos del miedo hemos de hacerle frente. Si queremos terminar con la ira hemos de encontrar una manera de canalizarla.
¿Qué estoy sintiendo?

Sin duda, el primer paso de este proceso consiste en saber definir claramente qué estamos sintiendo. Contar con un amplio vocabulario emocional es esencial, pues nos permite ponerle nombre a lo que nos sucede. Muchas veces no somos capaces de expresar nuestro sentir más allá de un “estoy bien” o “estoy mal”. Con tan escasa precisión es difícil saber cómo actuar.

Entonces, en primer lugar, ampliemos nuestro repertorio de términos emocionales. Podemos comenzar por tratar de identificar las emociones básicas: alegría, sorpresa, miedo, tristeza, asco, ira. Pero esto no es suficiente, necesitamos incorporar a nuestra mente un concepto claro de emociones más complejas y elaboradas como la decepción, la frustración, la culpa o la vergüenza.

Esto nos ayudará, en primer lugar, a descubrir la realidad de nuestro sentir y su origen. Pero, además, nos guiará hacia una actuación específica y adecuada. Los pasos a seguir cuando se siente decepción son distintos que cuando experimentamos frustración. Si no somos capaces de diferenciarlas podemos caer en el error de tratar de solucionarlas del modo que no corresponde.

Acepto y tomo el control

Una vez identificada la emoción, el siguiente paso consiste en aceptar su presencia. Esto no significa no tratar de negar ni de huir de lo que sentimos. Es necesario dar tiempo y espacio a nuestros sentimientos para que, simplemente, sean. Permitirnos sentir en plenitud ayuda a reducir la intensidad de la emoción: cuando llegue, déjala estar y se marchará. Pero, además, esto nos proporciona la oportunidad de reflexionar que mensaje nos trae esa emoción.

Tal vez nos esté alertando de que estamos actuando en contra de nuestros principios, de que tenemos expectativas insanas y poco realistas o de que otra persona nos está faltando al respeto. Entender el mensaje es primordial para tomar acción en la dirección adecuada. A partir de aquí podremos modificar nuestra actitud, nuestros pensamientos o pedir asertivamente a otros que modifiquen su conducta.

Así comenzaremos a ver las emociones cómo lo que realmente son: una brújula, una guía que nos indica que algo importante está ocurriendo y qué debemos tomar cartas en el asunto. No obstante, nuestra respuesta ha de provenir siempre de un estado de calma. Es necesario que se produzca ese espacio de reflexión previa.

Esto resulta verdaderamente importante puesto que, sin ello, estaremos reaccionando, no actuando. Al reaccionar abandonas el poder sobre ti mismo y se lo cedes a las circunstancias. En cambio, al actuar, decides deliberadamente qué camino vas a seguir y hacia dónde te dirige.

Elena Sanz
Máster en Psicología Clínica y de la Salud



domingo, enero 30, 2022

Aprender a perdonar



Perdonar a alguien de puertas para fuera es sencillo. Pero entregar nuestro perdón más sincero a una persona que nos ha causado algún dolor no siempre es tan fácil.  Desde pequeños, nos inculcan valores como el perdón. Y no es por casualidad, ya que saber perdonar es una capacidad válida para recuperar el equilibrio emocional. Ya no solo por el buen gesto hacia la otra persona, también de cara a nosotros mismos. Y como consideramos que es tan importante, nos gustaría darte unas cuantas claves para aprender a perdonar.

Al fin y al cabo, no es recomendable vivir siempre bajo el rencor y la venganza. Todos hemos sufrido agravios. E incluso los más pesados y dolorosos merecen finalizar en el perdón. Eso que se dice de “ojo por ojo, y todos acabaremos ciegos” no podría ser más cierto. Saber perdonar en muchos casos no es más que una cuestión de actitud. Más allá de nuestras palabras de perdón, es necesario un sentimiento sincero que abra la puerta a la reparación del dolor. Entre los muchos beneficios del perdón, se encuentra la paz que produce en todas las partes.

Aprender a perdonar

Aunque pueda no parecerlo, aprender a perdonar no es tan sencillo. Como decimos, el perdón debe ir de la mano de un sentimiento sincero de acercamiento a la otra persona. Por eso queremos dejarte aquí unas cuantas claves que te pueden resultar útiles:

-Comprensión. Está claro que nunca podremos perdonar a alguien si no comprendemos realmente qué fue lo que motivó sus actos. Por mucho que nos haya dolido el agravio, es imprescindible un mínimo de empatía para perdonar con sinceridad a una persona.

-Humildad. Otro punto importante es la humildad. Para poder empatizar con una persona que te ha hecho daño, es necesario desprenderse de ciertos prejuicios y sentimientos de superioridad. Es cierto que tú eres la víctima en todo esto, pero sin esa humildad será difícil llegar al perdón.

-Generosidad. Como el que perdona a alguien no puede esperar nada a cambio, el perdón es un gran gesto de generosidad. Nunca pierdas eso de vista.

-Amor. Puede que el concepto del amor sea difícil de casar con una persona que nos ha hecho daño. Intenta pensar que aquellos que tiene una mayor capacidad de hacernos daño son las personas cercanas. Por ello, el perdón suele ir de la mano del amor

Es recomendable tener siempre en mente esta serie de conceptos, ya que son indivisibles de una capacidad como la de perdonar. Además, recuerda que es imprescindible una actitud conciliadora para realmente acercarte a una persona que te ha causado algún tipo de dolor.

Por qué es bueno el perdón

Podría haber muchas razones por las que el perdón es positivo. Una de ellas es que nos permite mirar hacia adelante y seguir avanzando. Es difícil poder progresar si los obstáculos que tenemos por delante son el odio y el rencor. Para poder empatizar con una persona que te ha hecho daño, es necesario desprenderse de ciertos prejuicios y sentimientos de superioridad. De hecho, el perdón ayuda a mantener la autoestima y a desprenderse de sucesos dolorosos del pasado. 

Perdonar reduce el temor a ser engañado y rechazado, además de incrementar la confianza en uno mismo. Por todo eso es tan importante aprender a perdonar.  También hay que atribuir al perdón la capacidad de liberarnos de sucesos que nos roban energía y afectan al rendimiento personal.

Claves para perdonar a alguien

Ahora que ya sabes cómo llegar a un perdón sincero y de corazón, te daremos una serie de consejos que te ayudarán a perdonar a una persona concreta:
1. Deshacernos del resentimiento

Con resentimiento, será muy complicado perdonar a nadie. Además, el resentimiento no tarda en dar lugar a una necesidad de venganza que lo único que hará será alejarnos de la otra persona.

2. Recordar el pasado

Perdonar no significa hacer borrón y cuenta nueva, sino reconocer el daño causado y repararlo. Nunca estaremos del todo en paz, por mucho que haya pasado el tiempo, si no conseguimos recordar el suceso sin ningún tipo de rencor.

3. Aprender a escuchar

Es fácil que, al sentirnos dolidos, nos cerremos en banda y no escuchemos lo que la otra parte tiene que decir. Y si no abrimos ese canal de comunicación, será imposible que el perdón aparezca por ningún lado.

4. Creer en la otra persona

Esto también significa tener fe en que la otra persona reconocerá y aprenderá de sus errores. Al fin y al cabo, el perdón no es más que una segunda oportunidad para aprender de los errores cometidos.

5. Reconocer el daño

Si no somos capaces de reconocer el daño que nos han causado, difícil será perdonar. Es muy común que como víctimas no reconozcamos del todo el dolor que hemos sentido. Pero resulta imprescindible si queremos perdonar de corazón a la otra persona.
La importancia de perdonarse a uno mismo

Por último, queremos hablar de la necesidad de perdonarnos a nosotros mismos. Al fin y al cabo, de nada servirá que desarrollemos esa capacidad hacia fuera y no hacia dentro.

Todos cometemos errores, y si no somos capaces de perdonarnos por ello, será difícil estar en armonía. Y cuando no estamos en paz con nosotros mismos, las relaciones interpersonales pueden volverse muy complicadas.

Gonzalo Blanco S.
La mente es maravillosa



domingo, enero 02, 2022

MANTENER EL OPTIMISMO

 
Muchas personas se deben estar preguntando en estos momentos de incertidumbre si es posible mantener el optimismo frente a la luz de los acontecimientos que se han dado. Y la respuesta es que sí, sí se puede, y no solo eso, sino que es muy importante que lo hagamos. Los psicólogos definen al optimismo como una perspectiva que nos ayuda a estar preparados para enfrentar eventos o situaciones negativas. Es aquella forma de pensar que activamos cuando estamos ante una crisis.  

A diferencia del pensamiento pesimista, que puede provocar impotencia, desesperanza y depresión, el pensamiento optimista está asociado con la capacidad de recuperación, la flexibilidad mental, el bienestar emocional y posiblemente incluso una mejor salud y un sistema inmunológico más fuerte.

Varios estudios sugieren que las personas optimistas tienden a trabajar con más entusiasmo, devengan mayores ingresos, son elegidos para cargos públicos con más frecuencia, viven más tiempo e incluso ganan en los deportes con mayor regularidad.

Ser optimistas nos permite levantarnos e intentarlo nuevamente: nos da esperanza.

Contrario al mito de que se nace con tendencias optimistas o pesimistas (y que es un rasgo definitorio de nuestra personalidad que no se puede cambiar), existe un método difundido por los psicólogos para construir una actitud optimista en nuestra vida, y que puede seguir fácilmente cualquier persona:
-Procura no tomar nada de forma personal
-Debes ser más compasivo contigo mismo y dejar de culparte constantemente por cosas que están fuera de tu control. Puede que no todo salga como lo planeaste, pero eso no quiere decir que el universo conspira continuamente en tu contra.

Por otro lado, cuando te enfrentes a una situación difícil en tu trabajo o en cualquier aspecto de tu vida, no permitas que una mala interacción con otra persona sea lo que determine tu valor.  Considera que a veces las reacciones de los demás tienen que ver más con sus circunstancias que con la forma en que manejaste la situación. En lo posible, trata de no tomarte los conflictos a pecho, Cuando te enojes por una situación, pregúntate: “¿Estoy realmente molesto por esta situación o este es uno de mis desencadenantes emocionales?” y verás que serás más feliz cuando no tomes los conflictos con otras personas en forma personal.

Ten en cuenta la permanencia real de los eventos 

Las palabras «nunca» y «siempre» son muy peligrosas, porque no te dejan reconocer tus recursos y tus posibilidades.  

Si constantemente piensas cosas como «siempre seré malo en esto» , «la situación nunca va a mejorar», esa será la realidad que estarás moldeando, debes tener cuidado, porque creer que los eventos negativos son permanentes puede conducir a la desesperanza y la depresión. Cuando algo sale mal, puedes creer que el impacto será duradero o temporal, ahí reside tu poder de decisión.
Evita generalizar

Para algunas personas, si algo sale mal, entonces ese acontecimiento afectará su vida entera. Cuando algo sale mal, puedes tomarlo como un reflejo de que todo va a empeorar, o puedes verlo como un evento aislado, es nuetra elección, Es fácil enfocarse en todo lo que está mal en el mundo, pero si en vez de eso nos concentramos en las cosas positivas, podremos fortalecer enormemente nuestro optimismo.

Debemos recordar que el ser humano se caracteriza por ser perseverante y que hemos superado adversidades desde hace cientos de años: guerras mundiales, recesiones económicas, desastres naturales y numerosos obstáculos, y sin embargo, de cada una de esas experiencias, nuestro mundo y nuestras economías se hicieron más fuertes y resistentes.

Desarrollamos nuevas habilidades que nos han permitido adaptarnos a las circunstancias y nuevas formas de comunicarnos y relacionarnos entre sí.  Como puedes ver, hay motivos más que suficientes para que te sientas optimista en este preciso momento.

Así que ¡adelante! Acoge en tu interior esa maravillosa sensación de bienestar que te brinda el optimismo.

Fanny Zapata
Hermandadblanca.org



sábado, diciembre 04, 2021

Emociones y sentimientos


¿Qué es una emoción?

Una emoción es una reacción compleja del cerebro ante un estimulo externo (algo que veo, u oigo) o interno. (pensamiento, recuerdo, imagen interna). Emoción viene del latín emovere que quiere decir mover hacia o desde. En contra de lo que se piensa, las emociones son algo transitorio, no permanente que nos saca de nuestro estado habitual y nos empujan a la acción.

Las emociones son energía que se mueve a través de nuestro cuerpo y que sólo se estanca si las reprimimos. Las emociones por tanto, nos impulsan hacia la acción, son más intensas y duran menos tiempo que los sentimientos.

Por ejemplo: Te acabas de comprar un coche es el segundo día que lo utilizas y al ponerlo en marcha no arranca. Es posible que sientas enfado. Acabas de enterarte que te han concedido una beca para estudiar, puede ser que sientas alegría. Te cuentan que han robado en tu edificio, quizás sientes miedo.

¿Cuáles son las 4 emociones básicas y para qué sirven?

Emociones hay muchas pero hay unas primarias o básicas que son la base de nuestro universo emocional. Las emociones básicas de dividen en cuatro grandes grupos. La tristeza, el enfado, el miedo y la alegría.

Veamos para qué sirven cada una de ellas.

La emoción de Tristeza

Sirve para aceptar la pérdida de una persona, situación o experiencia. Nos sirve para darnos un tiempo un espacio hacia dentro. Para reflexionar. Si esta tristeza dura mucho tiempo pasa a ser un sentimiento. Y entonces es cuándo tenemos que preocuparnos y ocuparnos.

Darnos permiso para estar tristes va a ser importante para poder elaborar los grandes o pequeños duelos que nos pone la vida delante (pérdida de un ser querido, cambio de casa, cambio de situación laboral, ruptura de una relación, abandono de los hijos de casa… ) En una intensidad menor la tristeza es adaptativa.

La emoción de Alegría

Sirve para facilitar el contacto con otra persona. Compartir y expresar hacia fuera. Dentro de la alegría también entraría la curiosidad y la ternura. ¿Qué pasa si nos enganchamos a esta alegría? Que a veces se acaba convirtiendo en una falsa alegría, en una alegría fingida.

Preguntas del estilo.¿Cómo estás? Bien. Cuando en realidad estoy fatal. Permitirnos vivir otras emociones a parte de la alegría, nos va a ayudar a tener un mayor abanico emocional y que cuando sea una emoción sea real.

La emoción del Enfado

Sirve para poner límites, separarnos del otro. Decir hasta aquí. La rabia podria ser positiva si modulamos o controlamos su respuesta. Nos sirve para identificar una molestia. Para entrenarnos en la capacidad de decir NO. Fundamentalmente nos permite expresar nuestras necesidades.

La emoción de Miedo

Sirve de protección, prudencia cuando hay un peligro real. ¿Qué pasa cuando no hay un peligro real? El miedo nos puede paralizar e invadir de tal manera que no podamos hacer nuestras cosas con normalidad. Por tanto el miedo es adaptativo y nos protege en función de la intensidad. Si me dejo dominar por el miedo, no voy a poder hacer lo que me propongo. Voy a tener que aprenderlo a gestionar.

¿Qué es un sentimiento?

Un sentimiento es la suma de una emoción y un pensamiento. Según el biólogo Huberto Maturana, una emoción se transforma en sentimiento en la medida que uno toma consciencia de ella. Es decir, en el sentimiento interviene además de la reacción fisiológica un componente cognitivo y subjetivo. Un sentimiento por tanto, se da cuando etiquetamos la emoción y emitimos un juicio acerca de ella.

Cuando interpretamos la sensación que estamos teniendo de manera consciente y explícita. Los sentimientos suelen durar más tiempo que las emociones. Estos últimos durarán el tiempo que pensemos en ellos. Los sentimientos se dan después de las emociones, no hay sentimiento sin emoción.

Algunos ejemplos de sentimientos son el amor, los celos, el sufrimiento o el dolor, el rencor, la felicidad, la compasión. El desarrollo de la empatía también nos va a permitir poder entender los sentimientos de las demás personas.Como ya hemos mencionado, los sentimientos son de una duración por lo general bastante larga.

«Los sentimientos no pueden ser ignorados, no importa cuán injustos o ingratos nos parezcan.» -Anna Frank-

Los 6 puntos clave para diferenciar entre las emociones y los sentimientos.

1. Las emociones son estados transitorios que vienen y se van.

Los sentimientos en cambio, tienen una duración más larga tanto en nuestro cuerpo y mente. Este último durará tanto como nuestro consciente dedique tiempo a pensar en él nuestra mente. Por ejemplo. El amor es un sentimiento, el miedo puede ser una emoción o también lo podemos convertir en un sentimiento.

2. Las emociones se dan de forma inconsciente, y son muy rápidas.

Los sentimientos se dan cuando interviene la consciencia y el darse cuenta, además se necesita un tiempo para que un sentimiento se forme.

3. La emoción siempre va primero al sentimiento.

Sin emoción no va a haber sentimiento. Una misma emoción puede despertar diversos sentimientos a una persona. Por ejemplo, la emoción de alegría, puede despertar un sentimiento de amor, o felicidad.

4. Las emociones son reacciones psicofisiológicas que ocurren de manera automática y espontánea.

Los sentimientos, en cambio, son la interpretación que hacemos de esas emociones y se pueden regular mediante nuestros pensamientos.

5. Cuando somos conscientes de nuestros sentimientos vamos a poder gestionarlos.

Con las emociones en cambio, este fenómeno no se da porque lo queramos o no van a estar ahí, ya que se dan de forma automática ante una situación o pensamiento.
 
6. Las emociones tienen una intensidad mayor que los sentimientos.

Estos últimos son más descafeinados en intensidad porque ya interviene la consciencia y los pensamientos. Cuando se generan los sentimientos intervienen procesos más complejos.

Por tanto, la principal diferencia entre emoción y sentimiento es su duración, su intensidad, mucho más corta y más intensa en el caso de la emoción, y que esta última, es una reacción automática de nuestro cuerpo.

Aprender a gestionar nuestras emociones, va a ser fundamental para que podamos llevar una vida equilibrada y feliz.

Adriana Reyes
Psicóloga y Psicoterapeuta



sábado, noviembre 13, 2021

No te sientas ofendido


La conducta de los demás no es razón para quedarte inmovilizado. Lo que te ofende sólo contribuye a debilitarte. Si buscas ocasiones para sentirte ofendido, las encontrarás cada dos por tres. Es tu ego en plena acción convenciéndote de que el mundo no debería ser como es. Pero tu puedes convertirte en degustador de la vida y estar en correspondencia con el Espíritu universal de la Creación.

Sintiéndote ofendido permites que parte del ego decida el sendero de tu vida, desactivas la fuerza de la intención que te permite expandir y aumentar todos los aspectos de tu vida. Podemos crear cambios extraordinarios y positivos en nuestras vidas solo con la intención de superar, modificar. eliminar lo que nos hace mal.

Conéctate a la fuerza que te creó, ten la certeza de que tú eres esa fuerza, que es ese saber silencioso. Habilidad que se pierde cuando actuamos desde el punto de vista del Ego sacrificando a nuestro Ser verdadero. Sé bondadoso. Haz un esfuerzo por vivir con bondad y alegría para que lo que esta creando florezca, crezca y te brinde felicidad y plenitud.

Cuando con el libre albedrío decides conscientemente volver a conectarte a la fuerza del Creador, empezarás a reconocer y venerar la unidad del Espíritu y tú como una concentración individual de esa fuerza.. ¡Tú eliges! entre conectarte con el Espíritu o no conectarte.

Un antiguo dicho:
“Cuando caminas por el campo con la mente pura y sana, de todas las piedras, de todos los seres que crecen y de todos los animales, saltan las chispas de su alma y se adhieren a ti, y entonces se purifican y se convierten en fuego sagrado en ti."
Wayne Dyer