miércoles, abril 24, 2019

La reciprocidad


Los principios de la reciprocidad nos dicen que esta debe partir siempre de la autenticidad, espontaneidad y bondad humana. Es un "tú me das yo te doy" porque así lo quiero y lo siento, nada me obliga, pero te corresponderé a su vez en cada cosa que tú hagas por mí.

Uno de los principios de la reciprocidad apunta a que las personas tenemos un sexto sentido. Uno donde poder discriminar el altruismo del egoísmo, y en especial, a quienes hacen cosas por nosotros por mero interés, y no por afecto o respecto. Porque la auténtica reciprocidad, recordemos, siempre debe partir de la bondad y la espontaneidad.

Uno de los mayores expertos en los principios de la reciprocidad es Robert Cialdini. Este profesor de psicología de la Universidad de Arizona escribió un libro titulado Influencia: ciencia y práctica. En este trabajo detalla cuáles son las claves de la sociedad humana, esas que en cierto modo nos ennoblecen y resaltan lo mejor de nosotros mismos. 

1. Actos espontáneos con intencionalidad 

El Código de Hammurabi, ese conjunto de leyes babilónicas de la antigua Mesopotamia, recogía también ciertos principios de moralidad donde se entendía que si alguien nos hacía un favor, este debía devolverse. De algún modo, podríamos traducir esta definición como la más antigua que tenemos hasta el momento sobre lo que es la reciprocidad.

Sin embargo, cabe señalar que este término va mucho más allá del simple trueque del “yo te doy porque tú me has dado”. En realidad, integra los siguientes conceptos:

-Espontaneidad. Cuando alguien (conocido o desconocido) elige hacer algo por nosotros lo lleva a cabo de manera voluntaria y espontánea. Es una acción que nace de la bondad. 
-Intencionalidad. Esa acción espontánea siempre tiene un fin, y esa meta genera siempre un beneficio real a la otra persona para configurar uno de los principios de la reciprocidad más importantes. 

2. El poder de la impronta emocional: devolvemos el favor porque nos sentimos agradecidos e inspirados 

Señalábamos al inicio que por término medio, las personas tenemos un sexto sentido con el cual, intuir quién hace algo por nosotros de manera interesada o desinteresada. Esta brújula moral es la que activa el principio de la reciprocidad en muchos casos. 

Por ejemplo, imaginemos que hoy en nuestro trabajo surgen complicaciones y no tenemos más opción que quedarnos una hora más. De pronto, un compañero con el que nunca habíamos hablado, elige ayudarnos en esa situación. Se queda junto a nosotros y gracias a él solucionamos el problema. Ese acto deja una impronta emocional en nosotros. Sabemos que esa acción ha sido voluntaria y noble. Por ello, el segundo de los principios de la reciprocidad nos dice que cuanto más profunda es esa marca emocional, más motivados nos sentimos para devolver el favor. Y lo haremos de corazón y sin ningún tipo de obligación. 

3. Principios de la reciprocidad: no midas lo que recibes para ajustar lo que ofreces 

Otro de los principios de la reciprocidad más relevantes es el siguiente: no midas lo que te dan para calcular lo que debes ofrecer. Admitámoslo, vivimos en un mundo donde, por término medio, miramos con lupa lo que nos ofrecen para no tener que dar después más de lo que deberíamos. 

Es más, en ocasiones hasta caemos en estados de gran indignación cuando vemos que los demás no se comportan con nosotros tal y como nosotros lo hacemos con ellos. Esperamos de quienes nos rodean, como mínimo, lo mismo que les hemos ofrecido. Y si esto no ocurre, sufrimos. 

Este enfoque es un gran error y es una fuente inmensa de lamentos. Porque la reciprocidad no es sufrimiento. No es tampoco medir con lupa o pesar con balanza cada cosa que nos dan o que damos para esperar lo mismo de los demás. Hacerlo así empaña todos los principios de la reciprocidad, ya que en ese caso estaremos haciendo uso del egoísmo.

Se puede considerar la reciprocidad como un valor social que se refiere e invita al crecimiento personal. De ahí que se destaque el valor de la reciprocidad, de dar y recibir sin límites todo aquello que sea favorable o ayude a la otra persona.

Valeria Sabater 
Licenciada en Psicología


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