La experiencia del día a día nos demuestra que el estado mental desempeña un papel muy importante en la experiencia cotidiana y el bienestar físico y mental. Si una persona tiene una mente calmada y estable, esto influye sobre su actitud y su comportamiento en relación con otras personas. En otras palabras, si alguien es capaz de mantener un estado mental tranquilo, apacible y relajado, el entorno o las condiciones externas sólo podrán afectarlo de una manera muy limitada. Pero a quien viva en un estado mental de inquietud le resultará extremadamente difícil estar tranquilo o alegre incluso cuando se encuentre rodeado de las máximas comodidades y los mejores amigos. Esto indica que nuestra actitud mental es un factor esencial a la hora de determinar nuestra experiencia de la alegría y la felicidad y, en consecuencia, nuestra buena salud.
Podemos decir que hay dos razones por las que es importante entender la naturaleza de la mente. En primer lugar, porque hay una conexión muy íntima entre la mente y el karma. En segundo lugar, porque nuestro estado mental desempeña un papel crucial en nuestra experiencia de la felicidad y el sufrimiento. Si la mente es tan importante, ¿qué es la mente, y cuál es su naturaleza? Según los tantras, la naturaleza fundamental de la mente es esencialmente pura. Esta naturaleza impoluta es llamada técnicamente «luz clara». Las distintas emociones aflictivas, como el deseo, el odio y los celos, son producto del condicionamiento. No son cualidades intrínsecas de la mente, porque ésta puede ser limpiada de ellas.
Cuando esta naturaleza de luz clara de la mente queda velada, o no puede expresar su auténtica esencia debido al condicionamiento de las emociones y los pensamientos aflictivos, se dice que la persona está atrapada en el ciclo de la existencia, el samsara. Pero cuando, aplicando las técnicas y prácticas de meditación adecuadas, el individuo experimente de forma plena esta naturaleza de luz clara de la mente libre de la influencia y el condicionamiento de los estados aflictivos, habrá dado el primer paso por el camino de la iluminación y la verdadera liberación.
La implicación del potencial de tales prácticas es que, a cierto nivel, es posible separar los niveles toscos de la conciencia de los crasos estados físicos y acceder a un nivel más sutil de la mente y el cuerpo. En otras palabras, podemos separar la mente de la burda envoltura del cuerpo físico. Somos capaces, por ejemplo, de separar la mente del cuerpo durante el sueño y hacer algún trabajo extra que no podemos realizar con el cuerpo mundano.
La dimensión Espiritual
Por ello, y desde el punto de vista budista, tanto las ataduras como la verdadera libertad dependen de los distintos estados de esta mente de luz clara, y el estado resultante que intentan alcanzar quienes meditan a través de la aplicación de las distintas técnicas meditativas es uno en el que esta naturaleza fundamental de la mente se manifiesta en todo su potencial positivo, la iluminación, o el estado de despertar que llamamos budidad. En consecuencia, la comprensión de la luz clara de la mente es esencial en el contexto de la labor espiritual. En general, la mente puede ser definida como una entidad que tiene la naturaleza de la mera experiencia, es decir, «claridad y conocimiento».
Es importante entender que cuando hablamos de la mente, estamos hablando de una red altamente compleja de distintos acontecimientos y estados mentales. Las propiedades introspectivas de la mente, por ejemplo, nos permiten observar qué pensamientos se hallan presentes en ella en un momento dado, qué objetos contiene, qué clase de intenciones albergamos, etcétera. En un estado meditativo, por ejemplo, cuando cultivamos una sola orientación de la mente, aplicamos constantemente la facultad introspectiva de analizar si la atención mental está totalmente concentrada en el objeto, si hay alguna laxitud presente y si nos hemos distraído. En esta situación estamos aplicando varios factores mentales, y no es como si una sola mente se examinase a sí misma. De hecho, lo que hacemos es aplicar varios tipos de factores mentales para examinarla.
La pregunta de si un solo estado mental puede observarse y examinarse a sí mismo o no, ha sido muy importante y difícil de responder para la ciencia budista de la mente. Algunos pensadores budistas han mantenido que existe una facultad de la mente llamada «autoconciencia». Podría decirse que se trata de una facultad aperceptiva de la mente capaz de observarse a sí misma. De todas formas el tema ha sido muy debatido. Quienes mantienen que existe tal facultad aperceptiva distinguen dos aspectos dentro del acontecimiento mental, o cognitivo. Uno de ellos es externo y está orientado hacia el objeto, en el sentido de que existe una dualidad de sujeto y objeto; mientras que el otro es de naturaleza introspectiva, y es dicha naturaleza la que permite que la mente se observe a sí misma. La existencia de esta facultad aperceptiva de autoconocerse ha sido muy discutida, especialmente por la escuela de pensamiento filosófico budista de la Prasangika.
En nuestras experiencias cotidianas podemos observar que, especialmente al nivel más tosco, nuestra mente está interrelacionada con los estados fisiológicos del cuerpo y depende de ellos. Al igual que nuestro estado mental, deprimido o alegre, afecta a nuestra salud física, nuestro estado físico también afecta a nuestra mente. La literatura tántrica menciona varios centros de energía presentes en el cuerpo que creo pueden tener una cierta conexión con lo que algunos neurobiólogos llaman el segundo cerebro, el sistema inmunitario. Estos centros de energía desempeñan un papel esencial a la hora de incrementar o reducir los distintos estados emocionales existentes en la mente.
Esto indica que existe un estrecho vínculo entre el cuerpo y la mente, y que pueden ser complementarios. Teniendo en cuenta esto, me alegro de que algunos científicos estén empezando a investigar la relación mente/cuerpo y sus implicaciones para la comprensión de la naturaleza del bienestar mental y físico. Mi viejo amigo el doctor Herbert Benson, médico y profesor de medicina en la facultad de Medicina de Harvard, por ejemplo, ya lleva años experimentando con meditadores budistas tibetanos. Investigaciones similares están siendo llevadas a cabo en otros países. A juzgar por lo que hemos descubierto hasta el momento, creo que todavía queda mucho por hacer en el futuro.
A medida que los conocimientos que obtenemos de tales investigaciones vayan acumulándose, estoy seguro de que nuestra comprensión de la mente y el cuerpo, así como de la salud mental y física, se verá considerablemente enriquecida. Ciertos estudiosos contemporáneos consideran que el budismo no es una religión sino una ciencia de la mente, y parece haber cierto fundamento para tal afirmación.
S.S. Dalai Lama
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