La
meditación es una técnica milenaria utilizada para entrenar la mente con el
objetivo de reducir el estrés, la ansiedad y conectar con uno mismo. De hecho,
con solo 30 minutos al día se pueden reducir estos estados considerablemente.
De hecho, no solo disminuye el malestar, sino que ayuda a sentirse mejor de lo
habitual.
Además, meditar en casa tiene muchas ventajas. Entre ellas, puede resultar más fácil encontrar un sitio apartado de las distracciones. Igualmente, ayuda a que nos sintamos mejor, más protegidos y podamos realizarla en cualquier momento. Si nunca has meditado, al principio puede resultar un poco difícil llegar al estado óptimo de concentración y relajar la mente. No obstante, siguiendo unos sencillos pasos y practicando frecuentemente, resultará cada vez más fácil.
•
Posición cómoda. La posición de loto es la elección clásica para meditar, pero
se puede comenzar usando otras posturas, incluso tumbado. Lo importante es que,
sin importar cómo estés colocado, no haya tensión muscular por estrés y
que podamos olvidarnos de nuestro cuerpo.
• Evitar
distracciones. Como se indicaba anteriormente, es esencial evitar toda fuente
de distracciones: apagar el teléfono, la televisión, cerrar la puerta de la habitación,
evitar ruidos del exterior… El clima ha de ser relajado para poder centrarse en
las sensaciones corporales.
• Por
último, encontrar el momento oportuno. Aunque la meditación sea para
llegar a un estado de relajación, si se realiza estando activado o con prisas,
será muy difícil realizara correctamente y no habrá servido de nada. Por ello,
hay que elegir un momento en el que te encuentres medianamente bien, puedas
dedicarte un tiempo sin prisas y en el que le puedas sacar provecho.
Olvidándonos
de los estímulos externos, comenzaremos a hacer respiraciones profundas y
pausadas, prestándoles atención y viendo cómo el cuerpo se va relajando cada
vez más. Si aparecen pensamientos, intenta no hacerles caso y vuelve a prestar
atención a tu propio cuerpo.
Este
ejercicio, además de ser muy útil en sí mismo, es una práctica que ha de
realizarse y mantenerse en el resto. Por lo tanto, servirá para iniciarse
y utilizarlo como base en el resto.
Así,
habrá que enfocarse en observar los pensamientos, sin intentar cambiarlos
o intervenir. Simplemente, prestarles atención sin recrearnos y encontrárselos.
En
definitiva, se trata de ser espectador de los pensamientos y no dejarse
llevar por ellos. Pensar en ellos, sin juzgarlos, como viéndolos pasar por
delante de nosotros sin quedarse con ninguno en concreto.
Para
ello, primero hay que intentar dejar la mente en blanco y, después, ir
pensando de forma focalizada en distintos grupos musculares.
Por
ejemplo, comenzar conectado con los pies, sentirlos, sin juzgarlos y notas las
sensaciones que tenemos en ellos. Luego pasar a las piernas, notar el peso, el
calor, la forma… y así, sucesivamente hasta recorrer todo el cuerpo.
1 comentario:
Me gusto mucho tu blog, un saludo
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