
I.- Un caso de sanación tradicional
Morta`esh[1] cuenta: “Acompañando al maestro Abu Hafz Haddād[2], fuimos un grupo de sufíes a visitar a un compañero enfermo. Una vez en la habitación del enfermo, el maestro le preguntó: ‘¿Quieres ponerte bien?’; el hombre contestó: ‘Sí’. El maestro dijo a los discípulos: ‘Que cada uno tome para sí mismo una parte de la enfermedad de este hombre’. El enfermo recuperó la salud en el acto, se levantó de la cama y nos acompañó a la calle. Al día siguiente todos nosotros caímos enfermos en la cama y la gente venía a visitarnos”. (Risalah de Qosheyri, p: 365)
II.- La curación de las enfermedades psicosomáticas
Primer caso: El Emir Mansur Nasr, gobernador de la dinastía Sāmānida (892-1005 d. C), cayó enfermo. Por mucho que los médicos de la corte lo intentaron, no lograron curarle y, poco a poco, empeoró su estado hasta quedarse paralizado en un estado crítico. El Emir envió a un grupo en busca de Mohammad ibn Zakariā Rāzi[3]. Zakariā viajó con ellos el largo camino que va desde la ciudad del Rey (ciudad donde se encuentra actualmente Teherán, la capital de Irán) hasta la orilla del gran río Oxus. Pero llegado ahí, se negó a subir al barco, recitando el versículo: No os arrojéis con vuestras manos en la destrucción (Qo 2,195).

Finalmente, le ataron de manos y pies, y metiéndole en la barca, cruzaron el río. Una vez, en la otra orilla, abrieron los grilletes, y Zakariā, sonriendo, se puso en camino con ellos. Los enviados del Emir, extrañados por la reacción inesperada del médico, le dijeron: “Nosotros pensábamos que al atarte y obligarte a cruzar el río, te enfadarías con nosotros. Sin embargo, te encontramos sonriendo y amable, ¿por qué?”. Y él contestó: “Yo sé que cada año más de veinte mil personas cruzan el río y no se ahogan, y que yo también podría ser uno de ellos, pero, también podía haber ocurrido que me ahogase en el río, y si esto hubiera pasado, la gente siempre hubiera dicho lo estúpido que había sido Zakariā por subir al barco y arriesgar la vida”.
Cuando llegaron a Bojārā, el médico fue a visitar al Emir y empezó en el acto con su tratamiento. Sin embargo, por mucho que lo intentaba, no lograba un resultado satisfactorio. Finalmente, un día fue a visitar al Emir y le dijo: “A partir de mañana empezaré con otro tratamiento, pero para ello necesito a tal y tal caballos”, dos caballos famosos por su velocidad y resistencia.

Luego Zakariā se fue, se vistió y volvió donde estaba el Emir y, ahí, de pie delante de él, empezó a insultarle: “Tú ordenaste que me ataran y que, ensangrentado, me tiraran en la barca para cruzar el río; si te dejo sin vengarme por lo que me hiciste, no soy hijo de mi padre”, y continuó insultándole.
El Emir, extrañado, se enfadó e intentó con furia incorporarse, desplomándose, una y otra vez, al suelo. En ese momento Zakariā sacó un cuchillo amenazando y agrediendo aún más al Emir. El Emir, mitad por rabia, mitad por temer por su vida, se irguió del suelo hasta ponerse totalmente de pie frente a él..El médico al ver al Emir de pie, salió en seguida de los baños y, montando los caballos, salieron su sirviente y él de la ciudad, cabalgando sin detenerse hasta el río Oxus; al llegar ahí, cruzaron el río y no pararon hasta llegar a su residencia en la ciudad del Rey.
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Por otro lado, lo que ocurrió en los baños públicos fue que cuando el Emir, con furia y temor por su vida, se puso de pie y el médico salió corriendo, el esfuerzo extremo le dejó totalmente agotado y cayendo al suelo perdió la conciencia. Cuando, al cabo de un tiempo, volvió en sí, salió de los baños y gritando quiso saber dónde estaba el médico. Los miembros de la corte, que le esperaban fuera, le informaron que hacía tiempo que el médico había salido y que se había marchado con su sirviente. En este momento el Emir se dio cuenta de lo ocurrido y salió por su propio pie de los baños. Los días siguientes, se organizó una gran fiesta para celebrar la recuperación del Emir. Pero por mucho que buscaron no encontraron al médico.

Segundo caso: Abu `Ali Sinā[4] en su libro Mabd`a wa Ma`ād (nuestro Origen y nuestro Fin), en el capítulo correspondiente a “La posibilidad de eventos extraordinarios producidos por la psique (nafs)[5] humana”, escribe:
El libro Qānun (Canon) de Abu ‘Ali Sinā (Avicena), una enciclopedia médica de alrededor de un millón de palabras. Se divide en cinco libros:
1. Principios generales de la medicina: filosofía de la medicina, anatomía y filosofía, higiene y tratamiento de las enfermedades.
2. Materia médica o medicamentos simples.
3. Teoría aplicada: trastornos de cada órgano interno y externo del cuerpo.
4. Terapia general: enfermedades que afectan al cuerpo en general y no se limitan a un solo órgano o miembro.
5. Formulario o medicamentos compuestos.
Abu ‘Ali Sinā incorporó al Qānun muchas de sus propios observaciones, su descubrimiento sobre la propagación de las epidemias, el diagnóstico de la meningitis y la transmisión de la tuberculosis. Pero su mérito reside en haber ordenado y sistematizado los conocimientos médicos. El Qānun fue traducido en su totalidad al latín y fue el texto clave de las escuelas médicas de la Europa medieval. No dejaron de aparecer nuevas ediciones hasta el siglo XVII.
Dr. Javad Nurbakhsh
"De todo cuanto fuimos o no fuimos, nos liberamos, con amor,
el corazón dejamos atado a Tu pasión, con amor;
sólo el amor fue meta de nuestro camino, libres de todo nos sentamos, con amor."
[1] Abu Mohammad Morta`esh: Maestro sufí del siglo X-XI, de Neyshāpur en la comarca de Jorāsān en el noreste de Irán.
[2] Abu Hafz Haddād Neyshāpuri: Gran maestro sufí del siglo X, de Neyshāpur en la comarca de Jorāsān.
[3] Mohammad Zakariā Rāzi (865-925 or 932). Gran filósofo y médico persa más conocido en Occidente como Rhazes. Los más celebres de sus 56 textos médicos son: Ketab Mansuri, tratado de medicina interna y clínica; Ketab-e Jadari wa hasba, sobre la viruela y el sarampión; Ketab-e Tebb-e ruhāni, que analiza la dimensión psicológica de la enfermedad; y Ketab-e Hawi, enciclopedia médica en 25 volúmenes.
[4] Abu `Ali Sinā: El gran filósofo, pensador y médico persa del siglo XII, conocido como Avicena en Occidente.
[5] Nafs: palabra que en la terminología sufí posee un amplio significado, como, por ejemplo: el alma, la psique, el yo relativo, el ego etc. Para más información, véase el libro “Psicología sufí”, del Dr. Javad Nurbakhsh.
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