miércoles, diciembre 30, 2009

Sabiduría oculta


Aunque la Sabiduría Esotérica en cuanto tal, e independientemente a esa designación, tiene una antigüedad inmensamente mayor, el termino “esotérico” (en contraposición a “exotérico”) surgió hace casi 2.500 años en la Grecia Antigua. Aristóteles escribió varios artículos destinados al público, al que él mismo llamó exotéricos (exoterikoi logoi). A estos se contraponen los acromáticos, destinados a ser oídos en su Liceo, o esotéricos, por contener una doctrina secreta, destinada solo a sus estudiantes. También Aristóteles da a entender con claridad que el gran Platón impartía una enseñanza más profunda y secreta, que nunca dio a conocer públicamente; de hecho, Platón declaro varias veces que jamás podría transcribir por escrito todo su sistema.

La distinción permaneció en varias escuelas filosóficas helenas. Ya Pitágoras definirá tres círculos de estudiantes en su comunidad, reservando las enseñanzas más profundas y significativas solamente para los alumnos más perseverantes y capacitados por una gran y bien mantenido esfuerzo de mejoramiento. Esta diferencia más o menos semejante se mantendría en las grandes escuelas filosóficas de la Grecia antigua.

La sabiduría Universal

Por encima de la manera de designarlo, es un hecho universalmente conocido la existencia de una enseñanza más interna, exigente y difícil de entender (así como vivirla), en la generalidad de las religiones y de las grandes escuelas filosóficas o tradiciones espirituales y por eso mantenido en secreto para la gran mayoría de las personas.

El Cristianismo no es excepción, al menos en los primeros siglos, como podemos verificar en las Epístolas de San Pablo, y en los escritos de San Justino, San Ignacio de Antioquia, Clemente de Alejandría y Origenes , por no hablar de diferentes grupos gnósticos de los siglos I al IV. Si existe alguna duda, basta recordar las palabras de Jesús, en los propios términos de los Evangelios Canónicos, concretamente “no deis a los perros las cosas santas, ni arrojéis a los cerdos vuestras perlas, para que no las pisoteen y, volviéndose contra vosotros, os despedacen” (Mateo, 6; 7); “Los discípulos se aproximaron para decirle: ¿Por qué hablas en parábolas? Respondió Jesús: Porque a vosotros os es dado comprender los misterios del reino de los cielos, mas a ellos no” (Mateo 13:10-11); “Era por medio de numerosas parábolas de ese genero que Él les anunciaba la palabra, conforme eran capaces de comprende. Y no les hablaba a no ser en parábolas; a solas sin embargo se las explicaba a sus discípulos” (Mateo 4; 33-4); “Muchas cosas aun tengo que deciros mas aun no las podéis entender” (Juan 16-12).

En el Judaísmo encontramos esa gran tradición oculta que es la Cábala . En el hinduismo, escuelas casi esotéricas, como la Vedanta o Sankhya, donde es francamente reconocida la existencia de una Gupta-Vidya, es decir, una sabiduría (Vidya), secreta u oculta (Gupta).

En cuanto al Budismo, varios autores (sobre todo occidentales y no budistas…) niegan la existencia de cualquier vertiente esotérica o secreta, invocando las siguientes palabras atribuidas a Gautama “El Tathgata no actúa con el puño cerrado del profesor que oculta a su pupilo algún conocimiento esencial”. Sin duda Siddharta Gautama presentó públicamente todo lo que era fundamental para que las personas comunes siguieran la ley de Dharma , consignándola en preceptos predominantemente éticos y en enseñanzas casi exclusivamente psicológicas, reservando el más elevado conocimiento, en especial los cosmogénicos y los antropogénicos para quien los pudiera comprender aprovechar. Hay pues, una diferencia entre el Budismo ortodoxo, o sea, la enseñanza pública de Gautama el Buda, y su Budismo Esotérico. Su Doctrina Secreta en nada difiere de la de los brahmanes iniciados de su tiempo. El Buda era un hindú de nacimiento, un kshatrya, discípulo de los “nacidos dos veces” (los brahmanes iniciados) o Dvigas.

Sus enseñanzas no pueden pues, diferir de las de éstos últimos, ya que toda la reforma budista consistió en revelar una parte de lo que había permanecido secreto (…).

Impedido, por fuerza de su juramento, a enseñar todo cuanto le había sido comunicado, y aunque anunciase una filosofía formada con la tesitura de la verdadera ciencia esotérica, Buda no presentó al mundo sino el cuerpo material y externo de esa filosofía, reservando el alma para sus elegidos. Varios sinólogos han oído hablar de la “doctrina del alma”, mas ninguno parece haber comprendido su verdadero significado e importancia .

Existe un esoterismo budista, que, en cierto modo se deja entrever, especialmente en las formas más puras del budismo septentrional y tibetano. Este último se encuentra hoy muy cambiado; ya a finales del siglo XIX Helena Blavatsky se lamentaba de ver “cuanto sufría la pureza original (…) estudiando alguna de las llamados sistemas budistas “esotéricos”de la antigüedad en su aspecto moderno, no solo en China, sino en los otros países budistas en general, inclusive en no pocas escuelas del Tibet, abandonados al cuidado de Lamas no iniciados y de innovadores mongoles ”

Por otro lado, como observa el profesor Max Muller –figura legendaria de la ciencia de las religiones, especialmente orientales: “De acuerdo con la tradición conservada por las escuelas budistas, tanto del norte como del sur, el canon sagrado comprendía, en su origen, de 80.000 a 84.000 tratados; la mayor parte de ellos, sin embargo, se perdió, restando apenas unos 6.000 . Helena Blavatsky (que citaremos muchas veces, habida cuenta que fue la mayor ocultista de los últimos siglos) pregunta a propósito, con mucha oportunidad: ¿Estarán esos tratados (cuya dimensión total excede en muchas veces la de la Biblia) talmente perdidos… o serán conservados por círculos más esotéricos?

La Ciencia Esotérica y las Religiones

La Sabiduría Esotérica (o Ciencia Oculta, o Doctrina Secreta, o Sabiduría Eterna y Universal…) está en la génesis de todas las grandes religiones y tradiciones espirituales. Es el tronco común del que todas proceden (y procederán), siendo únicamente en su luz donde todas pueden ser reconciliadas. Es la ciencia sagrada que las fundamenta a todas en sus orígenes. Y es su alma, su naturaleza más profunda e interna, y por ello naturalmente oculto a la generalidad de los hombres –no solo porque se considera más conveniente que así permanezca (a fin de no ser perturbar entendimientos débiles o de evitar el riesgo de ser utilizada para fines egoístas y destructivos por manos sin escrúpulos), sino también porque, aunque proclamada desde los tejados, no sería comprendida por la mayoría de las personas.

En las Iglesias, y en la religiosidad exotérica, se habla de creencias (llamadas Fe) como un conjunto de prácticas y preceptos surgidos en determinado tiempo y lugares históricos; el verdadero Esoterismo es la comprensión (y no la creencia…) de una Sabiduría Intemporal y universalmente válida, de que en cada tiempo y latitud fueron enseñados los puntos más necesarios a cada tipo psicológico y a cada momento evolutivo de la Humanidad, en las formas y palabras que mejor propiciasen su entendimiento. La Sabiduría Esotérica es un todo del que cada religión o escuela filosófica legítima es solamente una parte.

Tal vez por este motivo oímos a veces decir, incluso a personas muy respetables, que cabe al Esoterismo salvaguardar las Religiones, justificándolas.

Por nuestra parte, diríamos antes que los estudiantes de Esoterismo deben contribuir para que un día pueda ser vivida la verdadera religiosidad sobre la tierra. Es cierto que hay varias personas estimables, buenas, santas e inteligentes en el seno de las Iglesias. No obstante, en términos institucionales, las Iglesias (y por tanto las formas exotéricas de religión) estuvieron y aun están en el origen de muchos males, y es bien probable que estos superen los aspectos positivos.

Un gran maestro de la ciencia del Espíritu, el Mahatma Koot-Hoomi, escribió unas clarísimas palabras 120 años atrás, y ellas permanecen actuales en su esencia, y profundamente verdaderas: “Y ahora, después de dejar de lado, como es debido, los males que son naturales y no pueden ser evitados (…) le diré cuál es el mayor, la principal causa de cerca de dos tercios de los males que persiguen a la humanidad desde que esta causa se tornó un poder. Es la casta sacerdotal, el clero y las iglesias; y estas ilusiones, que el hombre ve como sagradas, es la fuente de un sinnúmero de males, una maldición de la humanidad que casi domina totalmente el género humano.

La ignorancia creó los Dioses, y la astucia aprovechó la oportunidad. Véase la India, véase la Cristiandad, el Islamismo, el Judaísmo o el Fetichismo. Fue la impostura de los cleros que hizo que los Dioses pasasen a ser tan terribles para el hombre; es la religión que lo transforma en beato egoísta, en fanático que odia a toda la Humanidad fuera de su propia secta, sin convertirlo en nada mejor o más moral por eso. Es la creencia en Dios y en los Dioses que hace de dos tercios de la Humanidad esclavos de un puñado de aquellos que los engañan con el falso pretexto de salvarlos.

¿No está siempre el hombre dispuesto a cometer cualquier tipo de maldad si le dijeran que su Dios o Dioses exigen el crimen –víctima voluntaria de un Dios ilusorio, esclavo abyecto de sus astutos ministros? Los campesinos irlandeses, italianos y eslavos pasaron hambre, y vieron a sus familias famélicas y sin ropas para alimentar a su padre o a su papa. Durante dos mil años la India gimió bajo el peso de las castas, con los brahmanes engordandose solo a si mismos con lo mejor de la tierra, y hoy los seguidores de Cristo y Mahoma están cortándose las gargantas en nombre –y para mayor gloria- de sus respectivos mitos. Recuérdese que la suma de la miseria humana nunca será disminuida hasta aquel día en que la parte mejor de la humanidad destruya, en nombre de la verdad, de la moral y la caridad universales, los altares de sus dioses falsos”

Realmente, en la mayor parte de las religiones exotéricas encontramos cultos alienantes, una sucesiva dependencia de castas sacerdotales de divinidades caprichosas, que disminuyen la autoestima del Hombre; o dificultan el encuentro de su divinidad íntima, y no incentivan el asumir su co-responsabilidad en la evolución del Cosmos. En nombre de la mala religiosidad de las Iglesias se cometieron los más nefandos crímenes, se desfiguro la historia, se destruyeron maravillas de la humanidad; en su nombre se erigió un moralismo falso, castrador y anti-moral, porque es auto centrado, egoísta y superficial.

En algunos momentos el progreso de la Ciencia, bien como la expresión artística o como el pensamiento filosófico más profundo y riguroso, fue seriamente obstaculizado por las Iglesias, especialmente las cristianas. La libertad de pensamiento no surgió sin oposición violentísima por parte de la Iglesia; si alguien tiene dudas, léase las encíclicas papales, de hace poco mas de 100 años, contra la libertad de exponer los principios de otras religiones, o pura y simplemente, contra una enseñanza en que no se condicionase (obligatoriamente) a los jóvenes, desde pequeños, a aceptar la doctrina católica. En casos incontables las castas sacerdotales y las Jerarquías eclesiásticas de diferentes religiones fueron conniventes con las más crueles e inhumanas tiranías, cuando no sus inspiradoras.

Reconocemos, claro está, que la generalidad de las personas necesita las referencias de una religión. Desde este modo la Sabiduría Esotérica debe estar disponible para afirmar y aclarar las grandes verdades que, en las Iglesias, solo existen como replicas distorsionadas y amputadas; debe mostrar de que modo las religiones, en su origen, entroncanban con la Sabiduría Universal, y como solo a través de ellas son integradas y esclarecidas. En tanto, seria antinatural que la Filosofía Esotérica sirviese, aún de manera indirecta o involuntaria, para perpetuar los errores y abusos de las Iglesias, justamente abandonadas por muchas personas que no tienen miedo de pensar en forma libre; sería antinatural que “girase” alrededor de formulaciones anacrónicas y miopes de esas mismas Iglesias, cuando dispone de una sabiduría tan vasta, y de una terminología riquísima y mucho más perfecta; sería antinatural que se ocupase de justificar declaraciones de lamas, monjes o pontífices, como si estos tuviesen algún especial derecho de representación de los divino.

Es necesario dejar bien claro que la Sabiduría oculta es y será siempre más simple que los conceptos vertidos en textos sagrados o que sientan doctrina en las diferentes (o en todas) religiones exotéricas, a los que se les ha extraído su sentido esotérico, dejando exclusivamente la forma, y todo ello admitiendo que es posible obtener un gran Conocimiento Sagrado a través del estudio comparado y unificador de todos ellos. Helena Blavatsky fue muy explícita en este sentido, cuando escribió, a propósito del contenido de su “Doctrina Secreta”, en un determinado pasaje del 1er volumen: “En conjunto, ni lo que precede ni lo que a continuación decimos puede ser encontrado en parte alguna. Estas enseñanzas no figuran en ninguna de las seis escuelas filosóficas de la India, porque en verdad pertenecen a una séptima escuela, que es la síntesis de las otras, a saber “La Doctrina Oculta”. Y no se hallan escritas en ningún viejo y vetusto papiro de Egipto, ni fueron grabados en ladrillo o en muros de granito de Asíria.

Los Libros de la Vedanta –la última palabra del saber humano-, presentan solo el aspecto metafísico de la cosmogonía del mundo; y su inestimable tesoro, los Upanishads (siendo Upani-shad una palabra compuesta que significa el dominio de la ignorancia por la revelación del conocimiento secreto y espiritual), requiere hoy la posesión de una llave maestra, que permita al estudiante comprender su sentido de plenitud (…). Los Upanishad son para los Vedas lo que la Cábala es para la Biblia de los judíos. Exponen y explican la significación secreta y mística de los tratados vedicos. Tratan del origen del Universo, de la Naturaleza de la Divinidad, del Espíritu y del Alma, y también de la relación metafísica entre la Mente y la Materia. En resumen: contienen el principio y el fin de todo el conocimiento humano; mas cesaron de revelarlo (a pesar de contener su forma literaria disponible para todos) desde los tiempos de Buda. De otra forma no podrían los Upanishads ser considerados esotéricos, ya que hoy se encuentran integrando los Libros Sagrados Brahmánicos, al alcance de cualquier persona, incluso de los Mlechchas (los sin casta) y de los Orientalistas europeos (…). Los Vedas y los Brahmanas permanecieron como propiedad única y exclusiva de los brahmanes del templo, y nadie extraño a la casta sagrada tenía derecho a estudiarlos y ni siquiera leerlos. No obstante surgió Gautama, el Príncipe de Kapilavastu.
Había aprendido toda la sabiduría brahmánica de los Rahasya o Upanishads, y viendo que sus enseñanzas en poco o nada diferían de las administradas por los “Maestros de Vida”, residentes en las montañas nevadas de los Himalayas, el Discípulo de los brahmanes no se conformo a que la Sabiduría Sagrada fuese negada a todos, con excepción de ellos, y decidió divulgarla, a fin de salvar el mundo entero. En tanto, los brahmanes, ante la inminencia de ver como podía caer en manos de los Mlechchhas su Conocimientos Sagrados y Sabiduría Oculta abreviaron y resumieron los textos de los Upanishads, que en su origen contenían tres veces la materia de los Vedas y Brahamanas juntos; y lo hicieron no cambiando las palabras, sino retirando simplemente de los manuscritos las partes mas importantes, aquellas donde se encontraba la ultima palabra sobre el
Misterio de la Existencia.

Hay que destacar que es en las Enseñanzas, Religiones Escuelas y textos surgidos más hacia el Oriente (y muy particularmente en los de la antigua India) en los que encontramos una mayor proximidad de la Sabiduría Eterna. La rama hindú es la primera que brota de la vigente 5ª Raza Raíz o Generación (en los textos bíblicos la palabra Generación se aplica, según el caso, a una Raza o sub-Raza; solo de esa manera puede comprenderse y mantenerse en pie, sin el carácter de un inconsciente e incumplido devaneo profético, las palabras de Jesús “Esta generación no pasará sin que estas cosas acontezcan” etc.-(Vg., Mateo 24-34; Marcos 13,30; Lucas 21,32)

A los antiguos hindús (o antes, a los antiguos “arias”) les fue legado por los Grandes instructores de la Humanidad, al comienzo de este ciclo, la prístina Ciencia Espiritual necesaria para este mismo periodo. De ahí, en sucesivas ondas, ella fue irradiando cada vez más hacia occidente; y permaneció siempre como la matriz original. Esto puede ser observado minuciosamente a través de la raíz lingüística común, a través de los caracteres esenciales de los grandes personajes de las mitologías y cosmogonías de las diferentes religiones (ténganse en cuenta que el sánscrito es el punto de partida de casi todas las lenguas indoeuropeas) y a través de la semejanza de las Enseñanzas, constatándose que, a medida que se avanza en el tiempo y hacia Occidente, los textos aparecen más resumidos y, a veces distorsionados por las interpretaciones, por refundidos hechos a porteriori, por afirmaciones fuera de lugar, etc. Podemos tomar como ejemplo el Génesis bíblico, réplica de la cosmogonía de los caldeos, que, a su vez, se remonta a los Vedas hindú y a las grandes formulaciones teogonicas de la India antigua.

De lo afirmado hasta aquí, resulta necesariamente que el Esoterismo no es UNA religión (concurrente con otras), debiendo más bien ser considerado como la Religión-Sabiduría (la ciencia del Espíritu, a vivir amorosa y compasivamente) que precede en el tiempo a todas las religiones del mundo, que son ríos más o menos caudalosos y/o límpidos provenientes de ese gran mar de Conocimiento. Y Él permanecerá intacto, inmenso y cristalino, cuando ya todas las religiones ahora existentes hayan cumplido su ciclo de manifestación.

El Ocultismo explica rigurosamente la diferencia de los seres y la creación de los universos a partir del punto central (venido a la Manifestaron desde el Espacio matricial e incondicionado) de donde todo proviene y hacia donde todo converge –o “Principio Substancial, Uno, Homogéneo, Divino, la Causa Radical Única”5 (excluyendo la concepción primaria de atribuir esa creación a un acto en algún lugar en el tiempo de una Divinidad Absoluta, mas … extracosmica); explica particularmente la formación y la evolución de nuestro sistema solar; explica pormenorizadamente los largos ciclos de desenvolvimiento de nuestro planeta (o mejor, de nuestra cadena planetaria de globos), relatando el pasado y mostrando cuál es el curso natural del futuro, de acuerdo con leyes matemáticas y relaciones de causa-efecto; explica el surgimiento y evolución de la humanidad, aunque de modo diferente, en muchos aspectos, del evolucionismo darvinista (en la antropogénesis ocultista, el alma precede al cuerpo, y la evolución se procesa de dentro a afuera, exteriorizando potencialidades y modelos ya arquetípicamente existentes); explica como existe una jerarquía de planos y de mundos en el Universo, de los cuales el Plano Físico en el que estamos es el inferior; explica como existe el hombre y tiene cuerpos en esos diferentes planos y mundos, considerándolo pues, en su integridad; explica la fisiología de las almas (ya que las almas tienen sustancia, aunque diferente a la del Plano Físico) y de los cuerpos más sutiles de los que las almas son constructoras, mostrando incluso que aún más allá, cual testigo silencioso, se encuentra el Espíritu; explica como progresamos a través de millares de encarnaciones; explica como podemos ir ascendiendo hasta esferas más elevadas del ser; en concreto como los diferentes planos se integran entre sí, y de que formas es posible la comunicación entre ellos; describe las diferentes fuerzas operantes en la construcción, manutención y dirección de los mundos; explica como la Ley (del Karma) asegura la Justicia en todo el Universo para todos los seres –porque de todos los seres es el querer colectivo que produce el Universo- y como esa Justicia es misericordia; explica los grandes acontecimientos históricos e ilumina la búsqueda de la filosofía y de la ciencia con una luz abarcante, que nada excluye.

En términos más prácticos, el Ocultismo enseña a desenvolver la voluntad y la imaginación creadora (que no debe ser confundida con la fantasía…) como poderosas fuerzas orientadas al Bien. En grados más adelantados, puede el Ocultista con conocimiento suficiente del Akasha y de las operaciones teúrgicas, tornarse un Mago en el sentido más elevado y más luminoso de la palabra (atención: hay magia blanca y magia negra; y solo por ignorancia o mala fe se puede meter todo en el mismo saco). De eso, todavía (y como consecuencia) no cabe aún tratar.

El Esoterismo es una ciencia, porque estudia sistemáticamente las leyes del universo con una metodología propia, y con sus conclusiones largamente testadas y comprobadas por generaciones incontables de Maestros de Conocimiento Sagrado, en un linaje que se pierde en la noche de los tiempos, desde los primitivos Instructores Divinos de la Humanidad (de los que hablan las tradiciones de los diferentes pueblos) y más allá… Naturalmente, es una ciencia integral, tanto porque considera y describe los diferentes planos del gran Cosmos –y no solo del Plano Físico- como porque todas las manifestaciones de la Vida omnipresente son objeto de su conocimiento. Es la ciencia de los secretos de la Naturaleza física, psíquica, mental y espiritual.

Las siguientes palabras de Helena Blavatsky ayudan a aclarar mejor los fundamentos de la Ciencia Esotérica:

“La Doctrina Secreta es la sabiduría acumulada de los siglos, es su cosmogonía; por sí sola, es el más acabado y prodigioso de los sistemas, aunque velado (como se encuentra en el exoterismo de los Puranas ). Mas tal es el poder misterioso del simbolismo oculto, que los hechos que ocuparon la atención de innumerables generaciones de videntes y profetas iniciados, para coordinarlos, clasificarlos y explicarlos, durante las asombrosas series de progreso evolutivo, están todos registrados en algunas pocas páginas de signos geométricos de símbolos.

La visión centelleante de aquellos Iniciados llegó hasta la propia esencia de la materia, describió y escrutó el alma de las cosas, allí donde un observador común y profundo, por más agudo que fuese, no habría percibido sino la textura externa de la forma (…). Es inútil decir que tal sistema no es fruto de la imaginación o de la fantasía de uno o mas individuos aislados; que se constituye de los anales ininterrumpidos de millones de generaciones de videntes , cuyas cuidadosas experiencias han recorrido para verificar y comprobar las tradiciones, transmitidas oralmente de una a otra raza primitiva, acerca de las enseñanzas de Seres Superiores y Excelsos que velaron la infancia de la Humanidad.

Durante muchos siglos, los “Hombres Sabios” de la Quinta Raza, pertenecientes al grupo superviviente que escapó del ultimo cataclismo y de las convulsiones de los continentes, pasaron la vida aprendiendo y no enseñando. ¿Cómo lo hacían? Examinando, realizando pruebas y verificando, en cada uno de los departamentos de la Naturaleza, las tradiciones antiguas, por medio de visiones independientes de los grandes Adeptos, esto es, de los hombres que desenvolvieron y perfeccionaron, en el más alto grado posible, sus organismos físico, mental, psíquico y espiritual. Lo que un Adepto veía solo era aceptado después de ser confrontado y comprobado con las visiones de otros Adeptos, obtenidas en condiciones tales que les confiriesen una evidencia independientes-, y por siglos de experiencias-“5

Obviamente, lo que es expuesto públicamente deja de ser oculto o esotérico, siéndolo solo relativamente para aquellos que, por falta de sutiliza necesaria, nunca penetraron en el alma del sistema. En cualquier épocas lo que se puede (o no, conforme a las circunstancias) presentar son las enseñanzas constantes de los Misterios Menores, que son “semi-ocultos”, “semi-desvelados”.

En cuanto a los misterios Mayores, permanecerán siempre en los dominios de las esferas más internas.

Lo que no es Esoterismo

Cuando se tiene alguna noción de lo que es la Sabiduría Esotérica, de cómo es de vasta, seria y profunda –y, además de todo eso, verdaderamente preciosa y sagrada-, es imposible dejar de sentirse afligido y pesaroso -y tantas veces avergonzado- al verificar con cuantas cosas se la confunde. Sobretodo en estos días, en que de todo se hace negocio y sensacionalismo, con tanta ligereza y superficialidad, con tanto impudor y atrevimiento, que hace doler el alma l que se ve en mercados y ferias de lo oculto, en periódicos y revistas de “buena fortuna”, en programas televisivos y anuncios publicitarios. Videntes, cartomanes, lectores del subconsciente… regresiones, reiki y chakraterapia con halagos sensuales… “seres de las Pléyades”, de “Orión” y de “Galaxias distintas” diciendo infantilidades… cristales que curan todo y canalizan energías cósmicas, prácticas que “realizan” ascensiones inmediatas, adivinos que identifican almas gemelas y hermanos cósmicos… colgantes y pinks de espiritualidad… Por favor, dejemos a cada uno la libertad de decir lo que quiera, pero téngase en cuenta que la Sagrada Ciencia Espiritual (el Esoterismo) nada tiene realmente que ver con todo eso.

En un sentido algo diferente, es nuestro deben llamar la atención en la diferencia entre la Ciencia Esotérica y el Espiritismo. Mucha gente, que no conoce cabalmente (por opción o por desinterés –ambas legitimas-) lo que es realmente el esoterismo, tiende a identificarlo o confundirlo con el Espiritismo. Es verdad que existen algunos puntos del contacto; mas también la Ciencia Oculta tiene puntos de contacto, por ejemplo, con cualquier otra ciencia o filosofía de tenor religioso, y ello no justifica la confusión o identificación. La enseñanza ocultista reconoce el interés de muchos fenómenos hacia los cuales el movimiento espiritista llamó la atención, considerándolos justificadores de una investigación seria (que comience, con rigor mas sin prejuicios, por desenmascarar fraudes, charlatanismos e ilusiones primarias); en cambio el Esoterismo da, en la mayor parte de los casos, una explicación diferente de las afirmaciones espiritistas.

Hay datos y enfoques a ponderar que la casi totalidad de los espiritistas ignoran . Por otro lado, tocando un aspecto muy importante, el Ocultismo desaconseja vívamente las prácticas mediúmnicas, que tienden a acentuar desequilibrios pisco-fisiológicos y a colocar al ser humano en una posición de receptividad negativa (pasiva) con respecto a fuerzas que lo controlan y dominan –y que tan frecuentemente lo destruyen, a veces después de haber, con más o menos ingenuidad, propagado muchas ilusiones a su regreso. No se discuten las intenciones (que las hay, presumiblemente muy buenas, en el Espiritismo); mas constituye una temeridad incentivar a los incautos a envolverse con prácticas y con fuerzas donde es fácil entrar, mas de donde es tremendamente penoso salir, casi siempre con muchas secuelas.

¿Pocos, aunque buenos?

Aunque con tristeza, hemos de reconocer que son relativamente pocas las personas interesadas en un estudio serio, y sin motivaciones egoístas, del Esoterismo; y que aún cuando ese animo existe, no siempre las capacidades de entendimiento ya despertadas son suficientes para una comprensión razonable de muchos de sus principios, en especial, claro está, de los más complejos y que exigen mayor rigor.

Por ello, no se justifica ni tiene nada que ver con los aires de superioridad que, a veces, se ven en mohosos círculos esotérico-iniciaticos, donde una seudo-élite, juzgándose detentadora de grandes conocimientos o de altísimos secretos (tantas veces ridículos, al punto de que la única justificación de secreto sería lo de no reparar que no hay ningún secreto), de grandes carismas y/o tradiciones (que en la practica no tienen ninguna expresión en cualquier actividad útil y realizada con un nivel destacado) proclama y repite la vieja frase “somos pocos, mas buenos”. Pocos, generalmente, son; en cuanto a buenos… que lo digan los resultados.

El estudiante de ocultismo digno de ese nombre, es modesto en sus maneras, sobre todo al hablar de si mismo; nos gusta de adulaciones, no escenifica poses de grandes secretos que no tiene, no se deja embaucar por la vanidad de su pertenencia a una supuesta élite; no hace teatralizaciones, no cae en pseudo-fraternidad ni en una estéril verborrea emocional que tantas veces se ve por el mundo diciendo “da espiritualidad”, a veces con lengua afilada descontrolada.

De manera que, en el ámbito del Esoterismo, en este mundo que estamos, solo hay dos caminos posibles: o un estudio muy exigente, con fuerte énfasis en puntos tan amplios y elevados (por ejemplo, los grandes fundamentos cosmogónicos y antropogenéticos) que poco o nada pueden tener que ver con las cuestiones donde luego se manifiesta el interés y el egoísmo personal, o la realización de obras de calidad, que sean una fuente de inspiración y de progreso para un elevado numero de seres humanos. Si los dos caminos se pueden unir, mucho mejor aún…

Resumen

“Hay una ciencia de la vida interior que (no ignorando el mundo externo, sigue el hilo del origen de todas las cosas en una extensión incomparablemente mayor y que, por tanto, proyecta una luz mucho más amplia y clara sobre el Misterio de la Vida y del Ser. Esa ciencia es el Esoterismo. Ansiamos el día en que en esa Ciencia Universal se subsuman todas las ciencias menores o separadas; el día en que en esa Sabiduría sin Edad se reconozcan todas las religiones y filosofías que de ese tronco común proceden; el día en que en esa fuente inagotable de inspiración, de analogías y correspondencias, se asienten todas las artes.

El Esoterismo –la Sabiduría Eterna- no es, pues, el dominio de todas las supersticiones en que muchos creen y algunos (demasiados) consienten; no trata de cuestiones como “pasar o no debajo de una escalera”, de brujerías, de ropas y gestos vistosos o pases y modos bizarros; no radica en pobres temáticas como “tener suerte en la vida”; perjudicar a alguien o hacer dinero a base de trueques y artificios. Consubstancia la más completa ciencia de la Vida –en sus diversas vertientes, canales y expresiones- y predominantemente en el actual ciclo evolutivo, la ciencia del alma de todas las cosas” .

José Manuel Anacleto
Presidente del Centro Lusitano de Unificación Cultural.

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