sábado, septiembre 12, 2009

La búsqueda del espíritu detrás de las formas


Mientras estáis en la tierra, os veis obligados a vivir en el mundo de las formas. Así, por ejemplo, debéis conservar la forma de vuestro cuerpo, y hasta cuidarlo: es preciso mantenerlo saludable, estético, expresivo… Pero, ¿hasta cuándo? Hasta el momento en que os vayáis al otro mundo.

En todos los ámbitos, y hasta en el de la religión, llega fatalmente el momento en que se debe abandonar una forma como un vestido usado. Se puede, pues, conservar una forma mientras sea útil, necesaria, indispensable, pero cuando está caduca, comienza otra fase y es preciso reemplazarla, o por lo menos ir más lejos en la comprensión de esta forma.

Porque está claro que ritos como el bautismo, el matrimonio, la misa, la comunión, están basados en grandes leyes, en conocimientos mágicos. Y esto es cierto sobre todo en lo que concierne a la misa, que es pura magia blanca. Incluso puede decirse que si la Iglesia se ha mantenido hasta hoy, se debe a la misa. Lástima que muchos sacerdotes desconozcan el alcance de lo que hacen. Si lo conociesen, la misa habría ejercido una mayor influencia.

La mayoría de los cristianos no han comprendido todavía la verdadera religión de Cristo. Van a la iglesia, encienden velas, se santiguan con agua bendita, comulgan, pero no han comprendido que mientras estas prácticas no se correspondan con el estado interior apropiado, son gestos vacíos y huecos. Todo esto no es más que superstición: se cuenta con esto, se cree en aquello; pero la creencia y la fe son dos cosas diferentes, e imaginándose tener fe, la mayoría se contenta con creencias. Sí, porque se apegan demasiado a la forma, sin ser conscientes de que inclusolas oraciones pueden ser más que formas.

Si leéis el Antiguo Testamento veréis, por ejemplo, que el profeta Eliseo había ordenado a Naaman sumergirse siete veces en el Jordán para curarse de la lepra. También en el Jordán Jesús fue bautizado por san Juan Bautista. El bautismo, las abluciones son de una gran eficacia, ciertamente, pero esta eficacia depende también de la elevación espiritual del que os bautiza o del que os pide que os sumerjáis en el agua.

Lo mismo ocurre con los talismanes. El poder de un talismán depende de la persona que lo ha preparado. Si ésta es una persona débil e ignorante este talismán no actuará, porque no ha podido recibir una gran energía. Un objeto sólo se convierte en un talismán si ha sido penetrado por la energía «Telesma ». Gracias a esta energía Telesma, «la fuerza fuerte de todas las fuerzas », como la llama Hermes Trismegisto en la Tabla de Esmeralda, el talismán tiene poderes. De lo contrario, el objeto está ahí, pero al estar la energía Telesma ausente, no se trata de un verdadero talismán.

El agua es un elemento muy propicio para la purificación porque en ella habitan y trabajan determinados seres invisibles, y cuando el hombre se sumerge en ella, estos seres son capaces de desembarazarle de ciertas capas fluidas impuras. Está bien sumergirse en el agua, pero lo esencial es ser consciente de su poder; si el agua está bendecida, magnetizada, si un Iniciado la ha consagrado pronunciando fórmulas, entonces sí que es eficaz.

Pero aún en este caso, su poder no dura por toda la eternidad. La purificación sólo es verdaderamente duradera cuando la persona que ha sido purificada, exorcizada, logra mantener este estado con sus pensamientos, sus sentimientos y sus actos. Entonces sí, la purificación puede ser definitiva; pero sólo con esta condición. En la vida espiritual, ningún medio externo puede obrar de forma duradera si el hombre no vive una vida pura y sensata.

Omraam Mikhael Aïvanhov

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