Te arrepientes de decir “sí” o de decir “no” Es una de las señales típicas de falta de autoconocimiento. Mantienes una cierta duda frente a todas las decisiones que afrontas. No importa si se refieren a aspectos grandes o pequeños, siempre lo dudas. Y muchas veces terminas optando por algo que realmente no querías.
Dices “sí” o “no” porque te sientes presionado por las circunstancias o por alguna persona. Dices “no” por miedo a ser demasiado osado, o dices “sí” porque se impone el poder de la mayoría. No consultas con tu corazón, ni con tu mente o tu experiencia antes de comprometerte con un “sí” o un “no”. Y terminas arrepintiéndote.
Buscas la aprobación de las figuras de poder
Las figuras de poder ejercen una gran fascinación sobre quienes no se conocen a sí mismos. Esta es una señal inequívoca. En realidad, no se evalúa la calidad de esas figuras de poder, sino que se les otorga importancia y se busca su aprobación con independencia de los valores que representen.
La aprobación por parte de una figura de poder compensa la sensación de incertidumbre que provoca el no conocerse a uno mismo. Es una forma de sustituir el vínculo con la propia individualidad por otra con un agente exterior con la suficiente fuerza para diluir las inseguridades personales.
Te afectan profundamente las críticas o burlas de los demás
Como no se ha desarrollado un criterio propio para evaluar las acciones personales, se le otorga un valor excesivo a la opinión de los demás. Si esa opinión es aprobatoria, hay serenidad. Si esa opinión es censuradora o de reprobación, el mundo se desmorona.
Depender de la opinión de los demás es un camino seguro para deformar progresivamente la imagen que tienes de ti mismo. Por supuesto, todos queremos que los demás nos acepten y piensen bien de nosotros. Pero esto no se puede lograr a costa de sacrificar la identidad. Si no, se convierte en esclavitud.
Si cometes un error, quieres salir corriendo y esconderte
Cuando no te conoces a ti mismo, sueles juzgarte con gran severidad. Conocer es comprender. Y cuando se comprende, los juicios se relativizan. No solo se miran los resultados, sino que también se observan los procesos, las causas y las consecuencias.
La comprensión suscita unos razonamientos más bondadosos. Si cometes un error, logras perdonarte más fácilmente porque entiendes que forma parte de un aprendizaje. Si no te conoces, asumes un error como una amenaza. Temes anularte y desaparecer.
Reaccionas impulsivamente ante el conflicto
Quien se conoce a sí mismo no se siente atraído por el conflicto. Sabe que sus energías emocionales son limitadas y que no puede darse el lujo de gastarlas en ejercicios innecesarios. A quien no se conoce le pasa lo contrario: busca el conflicto como medio para reafirmarse. Eso sí, nunca busca conflictos de gran envergadura, sino por pequeñeces.
Una de las señales que indica un buen grado de conocimiento propio es el autocontrol. Si te conoces, sabes gestionar tus emociones y rara vez te dejas llevar por el impulso inmediato. En caso contrario, reaccionas como un resorte ante situaciones triviales inclusive, porque sientes que casi todo te pone en riesgo.
El autoconocimiento es una tarea que lleva toda una vida, pero cualquier esfuerzo en ese sentido vale la pena. Y lo vale porque te permite alcanzar un mayor grado de conciencia, independencia, libertad y de seguridad. No te niegues la oportunidad de navegar entre los enigmas y las maravillas de la persona más importante: tú mismo.
Edith Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario